Quebradero

Share

Vigilados

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

El narcotráfico logró meterse en las estructuras económicas y políticas del país de forma contundente.

Por más que la delincuencia organizada estuviera de alguna manera presente en nuestra sociedad, lo que acabó pasando al paso del tiempo fue que se consolidó como un nuevo actor de la vida cotidiana del país.

Hace años se hablaba de que México podía “colombianizarse” en función de que Colombia vivía uno de sus momentos más violentos, trágicos y agudos producto del enorme peso que adquirieron los cárteles de la droga. Se hablaba a futuro de lo que le podía pasar en México a partir de lo que vivía en la nación sudamericana.

Se trató de diferenciar las cosas bajo argumentos como que el narcotráfico en Colombia quería ser parte del poder político y tenía nexos con la guerrilla. Si bien este elemento era una diferencia clara, el querer compartir y participar del poder político, había suficientes elementos para establecer que los objetivos del narcotráfico en México no pasaban por esta vía.

Querían y quieren el poder económico. Lo que hicieron para ello fue meterse en lo más profundo de las estructuras políticas para tener una relación de complicidad que les permitiera actuar y desarrollar sus estrategias. Los narcos mexicanos no querían el poder político en sí mismo, querían y quieren el poder de los políticos.

Esto es lo que ha pasado a lo largo de décadas. Las variantes se han dado con el paso del tiempo, porque los narcos son cada vez más influyentes; dominan más territorios; han incrementado su cercanía con la sociedad, (se calcula que trabajan para ellos arriba de 500 mil en el país); se les ve en muchas comunidades con empatía; se han fortalecido en lo económico e indirectamente en lo político, al tiempo que ha crecido su influencia no sólo en EU; y se han vuelto para muchos jóvenes una instancia de aspiración en medio de las marcadas desigualdades que existen, en que otras muchas cosas.

La impunidad permea, porque en muchos casos los gobernantes se vuelven cómplices, o de plano no tienen materialmente capacidad de maniobra alguna. Es sabido que a menudo los narcos son quienes imponen candidatos y son quienes imponen los votos.

Su interés está en que puedan los gobernantes abrir los espacios para sus actividades, y también para meterlos, para decirlo de alguna manera, en los presupuestos.

Es evidente que esto no es todo. A lo largo de muchos años diferentes investigadores han desarrollado trabajos sesudos de gran importancia que nos dan el referente de cómo se organiza el narcotráfico en México, y, sobre todo, hasta dónde alcanzan sus tentáculos. Es probable que haya mucho de leyenda urbana en todo esto, pero no hay manera de negar las circunstancias por las que estamos pasando y el entorno bajo el cual muchas comunidades viven.

EU tiene que ver con estas historias de manera directa. La forma en que se mueve la droga en el país tiene a mucha gente detrás de ello. Siempre que se llega a este punto surge la misma pregunta: ¿quién mueve la droga en todo el territorio estadounidense?

Quiénes lo hacen pertenecen a los tentáculos de los cárteles. Por ello no sorprende que hayan sido vigilados por el CJNG agentes de la DEA que fueron claves en la detención de un personaje importante conocido como El Menchito. Todo indica que los cárteles se mueven con cierta libertad lo cual les permite desde el tránsito de la droga hasta llevar a cabo labores de vigilancia, en el fondo son labores de intimidación, como sucedió en este caso.

Es cierto que hay mucho de leyenda urbana, pero también es cierto que hay una terca realidad que nos toca a la puerta día con día.

RESQUICIOS.

La muy respetada y reconocida Lucy Díaz, coordinadora del colectivo Solecito nos dijo ayer, en Al Mediodía con Solórzano, que no hay cosas nuevas en la reforma sobre desaparecidos. “En medio de la aprobación nos explotó en la cara la desaparición de más de 60 personas en Jojutla”.