La traición de una Junta y la ruptura universitaria

Share

Por Raúl Contreras Zubieta Franco

En la Universidad Veracruzana (UV) se ha cruzado una línea que jamás debió transgredirse: la de la legalidad. Son incontables las voces universitarias, y de la sociedad veracruzana, quienes así lo han manifestado y denunciado sin temor ni duda alguna.

También han corrido ríos de tinta e incontables entrevistas radiofónicas, televisivas y en medios digitales, en las que se asegura que la historia de la Universidad ha quedado manchada indeleblemente. Y con justa razón se afirma lo anterior, pues, lo recientemente acontecido en Veracruz no ha sido un acto meramente administrativo, ni de trámite, sino una obscena jugada política encubierta bajo un disfraz de legitimidad institucional.

La Junta de Gobierno, otrora honorable, publicó en su portal la aprobación de la prórroga a Martín Aguilar como rector de la Universidad Veracruzana. Validó lo ilegal en abierta contradicción con el espíritu de la Ley Orgánica, de la Ley de Autonomía y de su propio reglamento interno, en un franco desafío a los principios de legalidad, certidumbre y ética que deberían regir a toda universidad pública.

El argumento utilizado, no es más que una interpretación laxa, y sin precedente, de una disposición nunca antes invocada y que revela no solo un acto de complicidad, sino de ruptura con la comunidad universitaria a la que supuestamente representa. No se trató de un proceso abierto, tampoco de una convocatoria transparente, tal cual lo expresé desde el pasado lunes 9 de junio en este mismo espacio (https://laclaveonline.com/2025/06/09/un-llamado-abierto-que-excluye-a-muchos-la-consulta-de-la-junta-y-sus-ausentes/).

Más bien, fue una decisión tomada al amparo de las sombras, ignorando voces, evadiendo argumentos y aplastando voluntades. El mensaje fue claro: aquí no importa lo que piense la mayoría.

El comunicado de marras asegura, también, que tal determinación se sustentó en la “consulta y en el análisis integral de sus informes y plan de trabajo”, del que también en este espacio comenté lo siguiente: “se trata de un documento que busca continuar lo ya iniciado, bajo la promesa de una ´transformación integral hacia la excelencia´. Sin embargo, un análisis comparativo entre ambos (2021-2025 y 2025-2029) revela una preocupante reiteración discursiva, omisiones temáticas clave y ausencia de estrategias innovadoras” (https://laclaveonline.com/2025/06/21/planes-rectorales-2021-2029-mas-discurso-menos-transformacion/).

Pero la pregunta sustantiva que hay que plantearse realmente es ¿a quién consultaron los integrantes de la Junta?, si miles de estudiantes, docentes, egresados y trabajadores jamás fueron tomados en cuenta, o bien fueron inhibidos o cooptados para participar. La supuesta apertura fue más bien una estrategia de simulación, que sirvió como coartada para justificar lo que ya estaba decidido de antemano, desde hacía semanas, meses quizás.

Las dudas son inevitables: ¿qué motivó realmente esta decisión? ¿Quién gana con cuatro años más de mediocre continuidad y de metas inconclusas? ¿Dónde queda la alternancia, la diversidad de proyectos, la renovación y la Luz de las ideas?, en un entorno universitario que, en teoría y práctica, debería ser el primero en fomentar el pensamiento crítico y la ética pública; lo que en realidad se impuso fue la lógica de la conveniencia y el blindaje de una cúpula que se niega a soltar el control.

Pero ante los hechos referidos la comunidad universitaria, la de verdad, la que vive y recorre los pasillos, las aulas y los espacios universitarios, junto con aquella ya inserta en la vida laboral, pero que no por ello dejará de ser universitaria, no estará en silencio ni pasiva. Estará vigilante y en resistencia permanente; más activa que nunca seguirá alzando la voz y tomando las calles y los espacios públicos con un reclamo común: la decisión tomada por sólo siete miembros de la Junta no nos representa.

Tampoco hay duda de que aquello que viene no será nada fácil. La fractura es real y profunda. La confianza está rota. La UV se encamina hacia una etapa de descrédito interno y externo si no rectifica el rumbo. No basta con “convocar a la unidad” a través de la distancia y frialdad de la pantalla (dicho sea de paso… desactivando las vías de retroalimentación), tampoco bastarán los comunicados justificatorios, NO, la única salida legítima consistirá en revertir la ilegalidad y convocar a un nuevo proceso abierto, plural y respetuoso del marco legal.

Lo contrario sería continuar en una pendiente peligrosa donde el poder se recicla sin rendición de cuentas, donde la legalidad es un papel mojado y donde la comunidad universitaria queda reducida a un auditorio sin voz.

La Universidad Veracruzana no es propiedad de un grupo. No es un feudo ni una franquicia. Es una institución pública que se sostiene con el esfuerzo de miles y que tiene una misión histórica que va mucho más allá de las conveniencias personales o grupales; pero esa misión hoy está en peligro.

Y si algo nos ha enseñado la historia es que las universidades no mueren por crisis presupuestarias ni por cambios de sus autoridades que son pasajeras, sino cuando pierden su alma crítica, su capacidad de disentir y su sentido ético.

Que no se diga nunca que guardamos silencio. Que no se diga nunca que no denunciamos lo que veíamos venir con esta imposición. El tiempo pondrá las palabras en su lugar, pero hoy toca escribirlas con firmeza, claridad y convicción universitaria.

 

* Premio Nacional de Periodismo 2024; doctorante en Ambientes y Sistemas Educativos Multimodales; egresado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación UV.