Manipulados

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Por Darío Fritz

En una noche pasada revisaba posteos en LinkedIn como quien hace zapping en las plataformas de streaming y nada le conforma, y me detuve en un mensaje de Miguel Layún. El exfutbolista hacía un llamado que sobresaltaba por humildad. “No busco que alguien ‘me maneje las redes’”, advertía, antes de describir el puesto laboral de su ofrecimiento. Nunca lo decía, pero estaba pidiendo que le ayudaran a pensar para mejorar su exposición pública. Tanta modestia daba gusto leerla -debe ser porque no abunda. Layun se dirigió a las redes para resolver una necesidad, como algunas décadas atrás se recurría a los periódicos para presentar ofertas laborales. Ese mundo ha cambiado drásticamente.

El entramado digital concentra ahora buena parte del consumo de noticias, incluidas las propuestas de trabajo. Importa tanto la plataforma elegida por el comentarista del América como el alcance de lo que busca: 40% de las noticias en México son compartidas a través de redes sociales. ¿Cuáles? Facebook (52%), YouTube (35%), WhatsApp (28%), TikTok (24%) e Instagram y X (15%). Tanta pérdida constante de audiencia de los medios tradicionales, incluso a nivel mundial -cayó de 49% en 2017 a 36% en 2025-, se ha ido en un 44% a las redes sociales y las plataformas de video como principal fuente de noticias de los jóvenes de 18 a 24 años, según datos globales. Una población que rechaza los sitios web y las aplicaciones de los medios, pero a los que sí están habituados los de 35 a 54 años.

Los datos los acaba de aportar el Reuters Institute for the Study of Journalism, en su gigantesca encuesta digital anual, entre más de 100,000 consultados en 48 países. La pérdida de influencia de ese otro mundo “institucional” no solo refleja el desencanto con el método para transmitir información de los medios impresos, radiales o televisivos. La contribución de la política tiene allí su impacto relevante. “Políticos populistas por todo el mundo -señala- cada vez son más capaces de saltarse el periodismo tradicional a favor de medios partidistas amigos, personalidades e influencers que a menudo logran acceso especial, pero raramente hacen preguntas difíciles y a menudo se implican en la difusión de relatos falsos o cosas peores”. México bien puede mostrar el paño en eso. Las conferencias diarias del expresidente Andrés Manuel López Obrador desde 2018 han marcado un hito en la manera de comunicar, sostenidas por Claudia Sheinbaum, y han sido vanguardistas -aunque no siempre debe entenderse esto como algo positivo- a lo que hoy vemos en Donald Trump, si se quiere un ejemplo contundente de la manipulación de la información.

La polarización social, alimentada desde la política, tiene mucho que ver con las redes como el centro de su exacerbación, apunta el informe de la Universidad de Oxford. Pero también los excesos de opinión -comenzaron con la pandemia ante la falta de información- donde “es muy fácil confundir entre una historia informativa y una pieza de opinión”, como dice Ann Marie Lipinski, directora de la Fundación Nieman.

Tal confusión se expresa también cuando las audiencias deben distinguir como cierto o no lo que leen, escuchan o ven en un ambiente alternativo y variado que pasa por presentadores de podcast, youtubers y tiktokers, en gran parte ajenos al periodismo. A nivel global, a 58% les preocupa si están preparadas para hacer tal distinción. ¿Quiénes son las fuentes de las mentiras? Políticos e influencer, contesta la mayoría de los encuestados.

Al mismo tiempo que se ventilaban esos números, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), daba a conocer esta semana que dentro de todas las dificultades de la juventud mexicana para acceder a educación, salud y empleo, la brecha entre quienes tienen acceso a internet -y, por lo tanto, a información- se acentúa entre poblaciones rurales y urbanas, y entre algunos estados. El acceso a conectividad digital y dispositivos tecnológicos está por encima del 80% en más de la mitad del país, precisa el documento, pero en Puebla (65%), Oaxaca (61%), Guerrero (59%) y Chiapas (46%) se subraya una dificultad que afecta la vida diaria de la población joven, como el aprendizaje y el acceso al mercado laboral.

Mientras unos quedan fuera de toda conexión del mundo real o lo que entendamos por eso -jóvenes y adultos-, ¿qué nos hace pensar al resto que consumir información por seis plataformas en redes sociales donde la información no se verifica, nos prepara mejor ante la manipulación?

 

@dariofritz.bsky.social