“¡Serénense!”
Por Javier Solórzano Zinser
El Gobierno y su partido tienen que asumir los costos de enfrentamientos estériles que están provocando en medio de una confrontación profundamente delicada con el Gobierno de EU.
Si en otro tiempo lo que se decía en México sobre nuestros vecinos podía pasar de largo o no ser registrado, bajo las condiciones actuales todo lo que se diga trasciende, y más si cae en el insulto, el lugar común y lo procaz.
No es tiempo de un antiimperialismo trasnochado. No son tampoco tiempos de la Guerra Fría ni el mundo está dividido en dos, como sucedió después de la Segunda Guerra Mundial, las ideologías no son como las concebíamos en los 60.
Con EU tenemos una estrecha relación a pesar de diferencias y profundas desigualdades. El TLC, hoy T-MEC, marcó un antes y un después en donde las relaciones bilaterales se desarrollaron por caminos de mayor equilibrio, sin que por ello las cosas en su esencia sean diferentes.
Así lo ha entendido la Presidenta, quien a lo largo de su vida política enarboló las luchas de izquierda, las cuales tenían una visión profundamente crítica a las políticas expansivas, intervencionistas, racistas y autoritarias de EU. No es que haya cambiado EU, sino que las cosas han ido cambiando y, a pesar de las muchas diferencias, se había logrado mantener relaciones, en términos generales, respetuosas hasta que llegó Donald Trump.
No insinuamos que hayan sido relaciones fáciles o algo parecido en años anteriores. La diferencia estaba en las formas en que la bilateralidad permitía mecanismos para que cada país tuviera fórmulas de entendimiento. Sin embargo, está históricamente comprobado que con Trump o sin él EU no tiene empacho en pasarnos por encima; como la fábula del escorpión y la rana cruzando el río, está en su naturaleza.
La Presidenta así lo ha entendido, aunque muy probablemente no le guste. No hay muchas alternativas. Nuestro país camina en medio de innumerables adversidades que se han venido agudizando en los últimos años. Tenemos muchos flancos abiertos que EU desde siempre ha aprovechado, pero que bajo el mandato de Trump han adquirido, para su gobernabilidad, un espacio que le sirve para evidenciar y atacar.
En Morena y en el Gobierno asumen la relación con EU como si estuviéramos en plena Guerra Fría. López Obrador veía así a nuestros vecinos hasta que al llegar a la Presidencia lo alcanzó la terca realidad. De sus críticas públicas y abiertas contra Trump, pasó a asegurar que era “un gran amigo de México”.
La narrativa del insulto y de peleador callejero no ayuda, porque es probable que nunca como ahora estemos ante una atención tan alta hacia lo que pasa y se dice en el país sobre EU; en el equipo de Trump están sistemáticamente atentos.
La tendencia viene desde hace algunos años. En la Embajada de EU en nuestro país desde el pasado sexenio, se lleva a cabo una síntesis minuciosa sobre la mañanera. El Departamento de Estado colocó este tema como prioridad informativa.
Podrán muchas y muchos regodearse con su visión antiimperialista, pero en los hechos las cosas van siendo distintas, porque, además de que no tiene mucho sentido una narrativa de esta naturaleza, en EU están a las vivas de todo lo que pasa por nuestro país.
“¡Serénense!”, les dijo la Presidenta hace algunos días a quienes andan vociferando con micrófono o redes en mano. Por algo será, algo ha de estar viendo que está rompiendo aún más los precarios equilibrios, además de que esta narrativa abre flancos que son colocados en el centro de la agenda como si no tuviéramos problemas más urgentes que atender; ni modo que le acaben echando la culpa a la diluida oposición de las consecuencias de todo esto.
RESQUICIOS.
Trump tiene la tranquilidad de que la oposición no tiene peso ni fuerza para confrontarlo. Los republicanos son quienes pudieran ponerle un freno. Sin embargo, el tema migrante puede hacer crecer a los demócratas en estados como California y Michigan; los migrantes no pueden ser menospreciados.