Vamos siendo otro país
Por Javier Solórzano Zinser
Las elecciones al Poder Judicial terminaron por enfrentar muchos de los problemas que a lo largo de estos meses se tuvo con su reforma y su trompicada aprobación.
La elección no logró meterse en el ánimo ciudadano, la sociedad no la hizo propia como sucede en los procesos electorales federales y estatales. Era previsible la baja participación. Todos teníamos en claro la complejidad del proceso y la confusión que era en sí misma la votación.
La participación tiene muchas formas de verse. La Presidenta lo considera un “éxito” y pondera que 13 millones de personas hayan ido a las urnas, lo cual puede contrastarse con que 87% de la población se abstuvo de participar.
Habrá que considerar también el dato sobre los votos nulos, los cuales desde cualquier ángulo que sean vistos son una manifestación de una protesta participativa.
Algunos de los temas que han surgido ya con la inminencia de los resultados tienen que ver con quienes serán al final los nuevos representantes del Poder Judicial. La discusión sobre si se requiere de especialistas para ocupar los cargos no es ociosa.
No se puede menospreciar la especialización y el conocimiento como forma del proceso de transformación. Da la impresión de que en los últimos años hemos entrado en tiempos en donde se asume que cualquier persona puede llevar a cabo cualquier tipo de tareas.
López Obrador echó a andar esta forma de ver las cosas. Aseguró que no tenía mucha ciencia gobernar, luego dijo que tampoco tenía mucha ciencia sacar petróleo, a lo que se suma que en las últimas semanas se ha llegado a decir que cualquier persona puede trabajar en el Poder Judicial.
No es un asunto de élites o algo parecido. El conocimiento es en sí mismo parte del proceso de transformación. Las sociedades avanzan en la medida en que sus mujeres y sus hombres son cada vez más preparados y adquieren conocimientos. No se puede menospreciar el desarrollo universitario y la experiencia que van adquiriendo los egresados para convertirse en pieza toral del mercado de trabajo en todas sus dimensiones.
Quienes van a encabezar el Poder Judicial podrían o tendrían que pasar por un largo proceso de enseñanza aprendizaje que le podría costar caro a la sociedad. Muchos de los próximamente elegidos enfrentan el reto de dar resultados en el corto plazo. La expectativa que se ha creado desde el poder político obliga a respuestas rápidas.
El Gobierno y su mayoría también tienen que hacer un acuse de recibo de lo que significa que la población, en lo general, haya hecho a un lado la elección. No tiene mucho sentido que la Presidenta lea sarcásticamente los X de los partidos de oposición como si esto le diera valor al proceso al comparar los votos que lograron en 2024.
No es una comparación que explique, porque en buena medida se ha insistido una y otra vez que no son como los de antes, y en lugar de tener una mirada de autocrítica y prospectiva terminan por comparar la baja participación con opiniones que no pueden ser de otra manera que críticas, porque por más diluida que esté la oposición, es la oposición.
Las elecciones en Veracruz y Durango mostraron aspectos a considerar. Morena y aliados no alcanzaron el carro completo quizá porque el ejercicio del poder los está enfrentando a escenarios de desgaste.
La elección al Poder Judicial es sin la menor duda legítima, pero también muestra que las sociedades no votan en automático por los proyectos de sus gobiernos, a pesar de su inobjetable triunfo del año pasado.
Lo que la oposición sigue sin entender, es que la reforma del Poder Judicial es parte medular de la transformación que está llevando a cabo la 4T. Ya estamos yendo en este sentido a otro país, llegará el momento en que nos demos cuenta; la oposición y muchas y muchos siguen sin darse cuenta.
RESQUICIOS.
Hoy se cumplen dos semanas del brutal asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, funcionarios muy cercanos a la Jefa de Gobierno de la CDMX. No se sabe nada, van dos semanas.