No se ven ni el ombligo
Por Javier Solórzano Zinser
Al Gobierno y a Morena se les van acumulando los problemas propios del ejercicio del poder, junto con la falta de mecanismos para resolverlos. Se tapan unos a otros y no dan pasos adelante para tomar medidas para que se aplique la ley a quienes ya tienen responsabilidades en función de sus gestiones.
Al mismo tiempo están viviendo en medio de algo así como una borrachera de poder. No sólo les va ganando a menudo la soberbia, sino que no aparece ni por asomo la mínima capacidad de autocrítica. La falta de ella permitió que en el sexenio de López Obrador pudieran haberse hecho señalamientos en asuntos en donde claramente se podía ver el exceso, incluso el eventual fracaso. No lo hicieron y ya estamos empezando a padecer las consecuencias.
El Gobierno y Morena saben que están bajo condiciones muy favorables en su relación con la mayoría de los ciudadanos. El tsunami se ha extendido y va para largo, lo cual obliga a imaginar cuál es el país que se nos viene si se mantiene esta actitud, la cual alcanza la relación con todos aquellos que piensan diferente.
Una cosa es que exista una crítica constante al ejercicio del poder morenista desde la oposición, y otra que realmente influya en los ánimos y perspectivas en buena parte del país. El grueso de la población no ha dejado de tener una cercanía manifiesta con el Gobierno y lo que le rodea, ya veremos cómo todo esto se va a confirmar en las elecciones en Durango y Veracruz y ya veremos también cómo se echa a andar toda la maquinaria en la elección para el Poder Judicial.
Los principales problemas que tenemos pueden pasar a segundo plano, porque existe una narrativa que cambia el sentido de las cosas. En Morena están más preocupados por las grillas internas que por lo que le pasa al país.
Pareciera tener más trascendencia lo que sucede al interior del Senado, entre el presidente de la Mesa Directiva y el coordinador parlamentario, de la mano de la multicitada senadora por Chihuahua, que lo que está sucediendo en temas como el agua, o como con el cada vez más inquietante pronóstico de crecimiento económico. Pareciera más importante quién va a suplir a la hija del legislador que quiere ser gobernador en Guerrero que la violencia que se vive en históricas colonias en Acapulco, junto con lo que padecen a diario los taxistas a lo que se suma la violencia e impunidad en muchas comunidades del estado.
Éstos son dos ejemplos como hay muchos otros en Sinaloa, Veracruz, Colima, Guanajuato, Chiapas, Baja California, por mencionar los estados en que de manera más directa aparece la violencia a la que a menudo se le da vuelta a la página. Es lamentable, cómo han dejado que en Culiacán, la gente pierda la paz, la convivencia y viva bajo el temor, esperando a que la confrontación entre grupos de narcotraficantes llegue a su fin o que alguien “gane”, como dijo el multicitado gobernador.
Lo que han hecho, además de acumular poder y ejercerlo, es pasar a segundo plano todo lo que se puede revertir para quienes hoy son los gobernantes de Morena. Están cubriéndose en función de los problemas que ya son parte del ejercicio del poder y que no tienen que ver necesariamente con el pasado.
Desde hace tiempo son quienes atienden en la ventanilla, y también desde hace tiempo siguen señalando al pasado como el responsable de todos nuestros males.
No han asumido la responsabilidad que ya tienen, por ello, entre ellos, siguen solventando las responsabilidades de quienes son señalados, con razón, como parte de los problemas profundos que tiene el país.
A lo largo de la corta historia política de algunos, y muy larga de otros, no se les ha dado aquello de verse en el espejo; no se ven ni el ombligo.
RESQUICIOS
La exoneración de Francisco Garduño por el incendio en Ciudad Juárez fue “legal”. El señalado exgobernador de Chiapas es cónsul en Miami. El acusado exgobernador de Morelos mantiene el fuero. El gobernador de Sinaloa sigue campante, le digo