La intransigencia en Morena
Por Javier Solórzano Zinser
Cuauhtémoc Blanco puso a prueba a la militancia en Morena. El caso es uno de los más controvertidos que ha enfrentado el partido desde que asumió el poder hace más de seis años, porque si en otro tiempo estaba quien pegaba en la mesa y todos se cuadraban ahora es diferente.
No se ve en los ánimos de la Presidenta asumir actitudes de esa naturaleza, lo cual quizá para algunos sea un signo de debilidad, pero más bien tiene que ver con su estilo personal de gobernar. Se tiene que reconocer que en muchos casos también pasa por escuchar a las partes involucradas, aunque en este caso haya optado en un primer momento por meterse en una nueva pelea de callejón con el exfiscal de Morelos, olvidando a la víctima.
Las secuelas todavía se mueven al interior del movimiento. Las mujeres que votaron en contra de que se mantuviera el fuero del diputado siguen siendo señaladas, atacadas y bajo un uso del lenguaje lamentable en su contra. El coordinador de los diputados de Morena se sumó de manera inopinada en contra de quienes votaron para que se le quitara el fuero al legislador. En el fondo todo se determinó a través de una clara manipulación para que saliera vivito y coleando el Cuau, a través de imposiciones de los conocidos “hombres fuertes e influyentes” en el Legislativo de Morena.
Lo delicado de lo que está pasando es que prevaleció la intransigencia. Se colocó al partido bajo una decisión unilateral sin que hubiera oportunidad de escuchar y atender seriamente las opiniones diversas, particularmente en este tema que para muchas mujeres se convirtió en un asunto de la mayor de las importancias.
No hay indicios de que a partir de esto el partido se divida. Lo que sí puede suceder es que tenga secuelas el caso, porque para muchas mujeres simpatizantes de Morena todo adquirió una dimensión preocupante. No es casual que, a lo largo de estos días, la consigna de “no llegamos todas” haya tenido presencia entre algunas morenistas.
El costo que puede tener para el partido el caso Cuauhtémoc puede ser alto, porque todo indica que, si bien libró este primer momento, nada garantiza que haya una nueva revisión del asunto y sobre todo no se ve, por ahora, que vaya a librar de manera limpia la investigación de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) sobre su sexenio.
No se ve con claridad que vaya el exgobernador a resolver todos los problemas que tiene enfrente. El costo para el partido va a crecer, porque se suma a los problemas, cada vez más evidentes de la gobernabilidad en algunos estados, bajo el mando de Morena.
Es cierto que el partido gana sólo con poner un candidato. Le ayuda enormemente el hecho de que la oposición no sólo está diluida, sino muy a menudo se le ve perdida. El apoyo del PRI en diputados, en favor de que Cuauhtémoc mantuviera el fuero, es un pasaje abyecto más del partido. Lo que se dijo en voz alta y en voz baja fue que el voto tuvo que ver con un intercambio de favores que incluye al presidente del tricolor.
Por este tipo de situaciones para muchas mujeres morenistas el asunto caló aún más. Les resultó lamentable que se negociara con el PRI un tema que es de enorme importancia por las grandes adversidades de siglos que pesan en el entorno de las mujeres. Importó más la negociación que pensar en la víctima. Importó más pensar en cómo resolver un problema de un diputado cuestionado que pensar en la presunta mujer agredida.
Morena sigue con un vuelo imparable. Sin embargo, hay cosas que se van quedando en el imaginario colectivo y que muy probablemente pesen en un futuro a la hora de que la ciudadanía tome decisiones.
Lo que sigue siendo un tema recurrente es, ¿cuál es el motivo para defender a Cuauhtémoc como lo están haciendo?
RESQUICIOS.
No dejamos de estar en el país de no pasa nada. La demanda contra dos altos funcionarios de la UNAM muestra que las influencias y las tesis pirata pueden prevalecer sin importar quiénes están en el poder.