Soba para luego pegar
Por Javier Solórzano Zinser
El martes Donald Trump envió felicitaciones por el “gran” trabajo que está haciendo México en la lucha contra el fentanilo. Al día siguiente adelantó la nueva imposición de aranceles que se vienen a sumar a los que ya aplicó a principio de este mes; como se aprecia el presidente estadounidense primero soba para luego dar el manotazo.
Trump manda reconocimientos que en el terreno de los hechos no significan mucho. En varias ocasiones ha reconocido las políticas que se han venido instrumentando por México, las cuales, si bien tienen el objetivo de resolver algunos asuntos internos, buscan por, sobre todo, atemperar los ánimos de Trump. Estamos ante un personaje que puede asegurar que va a hacer una cosa y a la mera hora hace otra.
La Presidenta ha buscado tener capacidad de maniobra, lo cual es cada vez más complicado, porque no hay manera de leer las reacciones que pueda tener su homólogo estadounidense. Como sea, ha logrado mantener un mínimo de equilibrio en una relación desigual, a pesar de que, en más de alguna ocasión, nuestro país tenga derechos y razones.
La apuesta de Claudia Sheinbaum ha sido la de intentar construir una relación con base en la confianza. No hay duda de que desde donde se le vea es una tarea verdaderamente difícil.
Trump no habla el mismo idioma que la Presidenta. La mejor prueba de ello es que a lo largo de todos estos días el Gobierno mexicano buscó construir el mayor número de acuerdos y mostrar con hechos su intención de que las relaciones sean diferentes. Sin embargo, Trump de nuevo pasó a segundo plano todo aquello que al Gobierno y al país mismo le está costando enorme dificultad llevar a cabo. Estamos en medio de un proceso que intenta persuadir a Trump y en el camino, también busca elementos para darle un giro a las cosas en lo interno, en medio de las muchas pesadillas que nos rodean.
Las reacciones de esta semana de Trump le dan sentido a la crítica que desde el Gobierno de EU se hizo del famoso “festival”, el cual vino a sustituir a lo que la Presidenta llamó una asamblea informativa para reportarle a la ciudadanía lo que iba a hacer ante la inminente aplicación de aranceles a principios de marzo, fue demasiada la euforia a sabiendas de que en menos de un mes volvería a estar todo el aparato de Trump echado para adelante.
El “festival” terminó siendo anticlimático, porque ante el largo mes que estaba ante nosotros no había garantía de nada. No había indicios de que cambiara la estrategia de Trump por más esfuerzos que hiciera el Gobierno mexicano, el presidente acabó haciendo lo que originalmente prometió.
Trump juega a vivir bajo la insatisfacción en su relación con México y el mundo. Recordemos cómo se refirió al “envío” de 29 narcotraficantes, los cuales se encontraban en cárceles mexicanas. Dijo que lo quisieron hacer “feliz” y reviró de inmediato con la idea de que también quería a los políticos que estaban relacionados con la delincuencia organizada.
El “envío” podría salirnos más caro de lo que imaginamos. Se va perfilando que en algunos casos de los delincuentes “enviados” puedan terminar con sentencia de pena de muerte. Si así fuera, el “envío” debió contemplar algún tipo de cláusula, porque vamos a tener que hacer una férrea defensa en favor de los narcotraficantes a los que eventualmente se les quiera aplicar la pena de muerte.
No ha contado para Trump el gran esfuerzo que se está haciendo en materia migratoria. No se puede festejar que haya disminuido la tasa de migrantes, la migración se diluyó al tiempo en que se tomaron medidas draconianas, las cuales los atemorizaron llevándolos a buscar al futuro en otro momento.
Va a ser difícil que el Gobierno pueda evadir el toma y daca arancelario.
RESQUICIOS.
La siguiente parada entre México y EU, a lo que se suma Canadá, es la revisión adelantada del T-MEC. A estas alturas es por mucho mejor hacerlo que seguir en medio de confrontaciones, en muchas ocasiones sin reglas.