¿No son como los de antes?
Por Javier Solórzano Zinser
No se trata de que la FGR presente un informe sobre el rancho Izaguirre en Teuchitlán que no responda a lo que pasó en este lugar a lo largo de varios años con el objetivo de quedar bien con unos u otros.
Pero tampoco se trata de que se minimicen las cosas como algunas versiones y filtraciones en las redes se dieron a conocer ayer. A lo largo de mucho tiempo, la sociedad mexicana ha sido testigo de cómo se crean narrativas para minimizar o soslayar los problemas.
Es muy importante que esto no suceda y menos en un caso como el de Teuchitlán. Muchos de los problemas que se han venido enquistando en el país tienen que ver con la forma en que se abordan. No se reconoce nada y lo que se hace es buscar versiones diferentes que en el fondo terminan por ser versiones a modo.
En diversas ocasiones los gobiernos de la 4T nos han dicho que no son como los de antes. Sin embargo, hay evidencias en medio de la confusión y el paulatino desgaste del ejercicio del poder, en que las cosas han terminado por ser muy parecidas a lo que hemos vivido a lo largo de mucho tiempo.
El no ser como los de antes trata también de ser una salida para que la sociedad confíe en todo tipo de decisiones que tomen los gobiernos morenistas; a menudo hacen referencias de carácter político, como nosotros luchamos a lo largo de muchos años para cambiar el estado de las cosas.
Muchos problemas están apareciendo en la investigación sobre las gestiones de algunos gobiernos de la 4T. Van surgiendo en los estados del país una buena cantidad de preguntas, dudas e incertidumbre que terminan por cuestionar a los gobiernos y en algunos casos, se van viendo réplicas de lo que los ciudadanos hemos visto y vivido durante mucho tiempo.
Ser y ver al gobierno diferente pasa ciertamente por sus políticas públicas; su atención a la sociedad en su conjunto —priorizando a los sectores bajo la mayor adversidad—; por su apertura; respeto a la oposición, pluralidad y también por la forma en la que aborda los problemas que enfrenta y que ya es un producto de su gobernabilidad.
Un asunto que ya tenemos enfrente son los informes sobre las gestiones del Gobierno federal y algunos gobiernos estatales por parte de la ASF. No hay indicios por ahora de que vaya a actuarse de manera firme, apoyando la transparencia y, sobre todo, la exigencia de la rendición de cuentas en particular en Morelos y Veracruz.
El informe de la ASF prueba por ahora un gran dispendio, opacidad y, sobre todo, no se sabe a dónde se fue el dinero en estos dos estados. Cabe por igual pensar en los hechos de abyecta, corrupción, y también que el dinero pudiera haber terminado en procesos electorales. A esto hay que sumar que el informe sobre la gestión federal del 2023 de López Obrador también muestra una gran cantidad de irregularidades lo que alcanza entre otras áreas a las obras emblemáticas.
A menudo lo que se hace en el Gobierno y Morena es proteger a quienes están envueltos en irregularidades, pero el simple hecho de ser parte del movimiento termina por hacerlos casi intocables. Alargan los procesos, los colocan en cargos públicos o, de plano, le dan vuelta a la página.
El Gobierno y Morena tendrán que aprender de todo esto. Son una clave ante las sociedades los procesos de autocrítica, pero también el análisis de todo aquello que desde el Gobierno merece ser señalado y no solamente tomarlo como parte de la crítica de los adversarios, neoliberales, la derecha, los conservadores, o como se les quiera llamar.
La forma en que la investigación sobre el rancho Izaguirre esté desarrollando la FGR será clave para la certidumbre y para que se crea la narrativa de que no son como los de antes.
RESQUICIOS.
Los distintos testimonios de personas que estuvieron en el rancho Izaguirre tienen el común denominador de la violencia y la muerte en medio del engaño y la brutalidad. Más allá del tamaño de las cosas, estamos ante una cara del país en muchas de sus comunidades.