10 millones
Por Javier Solórzano Zinser
En Morena quieren integrar a su partido a quien tengan enfrente. No se ve el mínimo criterio de selección o pudor, como se ha visto estos días, y también por las muchas cosas que han pasado en su joven historia.
El hijo del expresidente se ha dado a la tarea de alcanzar un padrón de 10 millones de militantes. Es un número realmente alto, pero existen las condiciones para poder alcanzar esta cifra.
Es cuestión de revisar la gran cantidad de beneficiarios de las políticas sociales para sumar militantes. Morena tiene su base social en buena medida entre quienes mes tras mes reciben dinero en efectivo o beneficios de otra índole.
Lo que quiere el partido mayoritario es construir una base nacional que le permita la plena consolidación. No están imaginando la gobernabilidad hasta 2030, están pensando en un partido que cruce la vida del país en varias décadas.
Su estrategia no pasa sólo por sumar militantes. Lo que se busca también es que el trabajo en territorio no se detenga y le permita el mayor control a nivel nacional de la vida económica, social y política de México.
Sobre advertencia no hay engaño. Están desarrollando una estrategia claramente definida y nos están alertando sobre lo que quieren hacer y de hecho lo que ya están haciendo. Las posibilidades de que alcancen su objetivo no son remotas. Están buscando fortalecerse como grupo único sin necesidad de que tengan aliados, la única limitante terminará estando en el régimen democrático, el cual también quieren cambiar y, como están las cosas, tienen cómo hacerlo.
Lo único que por ahora los puede frenar son sus contradicciones y sus peleas internas, las cuales no han ido encontrando caminos de entendimiento. En algún sentido tienen el camino libre, porque no hay manera de hablar de la oposición.
La Presidenta tiene otras maneras y formas en el ejercicio del liderazgo y la gobernabilidad de las que tuvo su antecesor. Sabe que con López Obrador las cosas eran distintas. El tabasqueño tenía que ver con todo y con todos, y la militancia sabía que la última palabra era la de él, sin importar cuál fuera; no había quien no se sometiera al expresidente.
Claudia Sheinbaum se mueve bajo otros derroteros, porque se sabe diferente al expresidente. No ha logrado del todo tener el control del partido, porque el fantasma de López Obrador sigue siendo un elemento que inevitablemente se mueve al interior de la mayoría.
Muchos siguen bajo el halo de que son lopezobradoristas y además se las dan de “puros”. Por ahora mantienen un peso real al interior del partido e incluso en las decisiones que se toman en el Gobierno.
Sin embargo, va siendo cada vez más claro que la herencia que dejó el tabasqueño empieza a ser cuestionada, se va convirtiendo en algunas áreas en una carga para el Gobierno y pudiera ser que también para el proyecto de la 4T.
Entre los morenistas van apareciendo las diferencias, algunas propias de la izquierda. Hay una soterrada división entre quienes se consideran duros e históricos y quienes se ven como oportunistas bajo el síndrome de “acaban de llegar” sin pasar por la lucha de todos estos años.
Con todas las contradicciones que pudieran existir, Morena está haciendo su tarea, y en general la está haciendo bien. El encargado de conseguir un padrón de 10 millones de militantes es el hijo del expresidente. La estrategia fue en muchas ocasiones planteada por el expresidente.
Morena camina, no se ve remoto lo de los 10 millones. La oposición se diluye. Tarde que temprano la Presidenta pegará en la mesa. El poder se concentra cada vez más. Se pierde la posibilidad del debate, todo se concentra en lo que quiere y decide una mayoría que no necesariamente terminará cohesionada y se ve incapaz de verse en el espejo.
Morena camina, no se ve remoto lo de los 10 millones. La oposición se diluye
RESQUICIOS.
Por si había alguna duda Trump la despejó: “Si nos fijamos en lo que ha sucedido durante años, pero especialmente ahora, México está gobernado por los cárteles…”, o sea no es sólo en los tiempos de Calderón y García Luna.