Quebradero

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Ser migrante en México

 

Por Javier Solórzano Zinser

A pesar de las buenas intenciones que existen detrás de la decisión de otorgarles 2 mil pesos a los migrantes deportados por Trump y posibilidad de que se integren al sistema de salud del país, es previsible que no les va a servir de mucho.

En lo general, las clínicas y los hospitales se encuentran, como lo saben millones de usuarios, con muchos problemas. Se dan casos en que los pacientes tardan meses en ser atendidos y si tienen programada alguna operación pasa lo mismo; hay que esperar turno.

De manera paralela, están los medicamentos, lo cual también se ha convertido, particularmente desde el pasado sexenio, en un problema al cual ahora han tratado de darle el enésimo giro.

No se soslaya la voluntad manifiesta del Gobierno de ayudar en todo lo que le es posible. Sin embargo, la situación enfrenta las circunstancias internas en medio de la emergencia trumpista a la cual no es fácil encontrar salidas, más allá de una narrativa solidaria.

La estrategia de Trump ha venido a agudizar en el camino la presencia cada vez más importante de la migración extranjera en nuestro país. Nos hemos convertido desde hace algunos años en un país de destino.

Muchos migrantes han optado por quedarse en México por las enormes dificultades que tiene cruzar hacia EU, y desde que entró Trump a la presidencia los grandes problemas y riesgos de vivir sin papeles. Las persecuciones que se han dado durante esta semana son brutales en el ánimo de los migrantes.

Se la han pasado escondidos hecho que se aprecia cada vez más en las calles y fábricas. Trump exige resultados y por eso ayer firmó la llamada Ley Riley, la cual ordena la detención de migrantes que carecen de estatus legal y están acusados de delitos, incluidos varios delitos menores, con el potencial de ser deportados, incluso antes de ser condenados.

En los hechos somos otra vez “Quédate en México”. En su aplicación por primera vez hace pocos años no quedó en claro cuáles fueron los términos. El entonces canciller Marcelo Ebrard dio el visto bueno. Se aseguró para evitar que Trump tomara medidas drásticas en la relación bilateral. No se olvide que fue el Gobierno mexicano quien cerró la frontera a los migrantes.

Si bien el foco está concentrado en la frontera norte, no hay que pasar por alto lo que sucede al otro lado del país. En Tapachula parten caravanas por más que sean frenadas o disuadidas. Nos dice Luis García Villagrán, defensor de derechos humanos, que desde que entró Claudia Sheinbaum han salido al menos 15 caravanas desde esta zona.

Las componen venezolanos, colombianos, hondureños, cubanos, guatemaltecos y unos pocos africanos, los mexicanos son minoría. Los migrantes no quieren regresar optan por ello por quedarse en México. Se les ve en muchas ciudades buscando algún trabajo o pidiendo ayuda en las esquinas y semáforos.

Ellas y ellos están integrándose a la vida cotidiana del país. Los que no logran salir de Tapachula buscan cómo hacerle para ver en dónde se pueden quedar, sin perder el objetivo de, con Trump o sin él, cruzar la línea.

Quienes se han aprovechado de la situación son las bandas delincuenciales, quienes les ofrecen llevarlos a la frontera y cruzarlos por cantidades de dinero brutalmente groseras. Están entre la desesperación y el intento de toma de conciencia, porque no les conviene seguir bajo estos escenarios por lo que buscan quedarse en México.

Se reconoce como la tarea titánica del Gobierno con nuestros paisanos. Lo que tiene que hacer ahora es diseñar estrategias para los migrantes extranjeros de manera inmediata.

Hay que buscar cómo sumarlos al país, porque en muchos casos regresar a su origen significa la persecución política en medio de la vida y la muerte.

RESQUICIOS

La rumorología es divertida, pero no es información. No tenemos elementos para asegurar que Rubén Rocha tiene una presunta relación con el narcotráfico. Sin duda puede ser un problema brutal, pero por ahora lo evidente es su incapacidad para gobernar.