Por Darío Fritz
Me gusta pensar que los libros y sus historias se intercomunican, como a veces nos ocurre con quien nos entendemos tan bien que coincidimos en temas, situaciones, detalles, al mismo tiempo que los soltamos al aire. Me gusta pensar que los relatos de las historias se entrelazan por sus personajes, reflexiones, frases, diferencias o distancias y que se fusionan en la articulación de una simbiosis kilométrica de la obra donde los finales se consuman en uno solo. Que el caviloso poema “Juntémonos”, de Claudio Bertoni, continúe con “el fondo de las cosas […] no es la vida ni la muerte”, de la que habla Roberto Juarroz, incorpore los entresijos de la memoria de la Ida Vitale de “Residua”, agregue el rumiar del día a día como propone Philip Larkin, y los sueños cortados “a cuchillo” de Cristina Peri Rossi, que abreve en “el arte de perder” de Elizabeth Bishop que “no es difícil dominar… por más que a veces pueda parecernos”, situarnos en el lugar de nuestro sitio, que es el mismo para todos, “los palpables… y los impalpables”, del Walt Whitman de Canto a mí mismo. Y si queremos ponerle punto final en algún momento, luego de tanto juego descifrable — “terminamos adivinando, confundidos, sobre la perfección”, dice Clarice Lispector—, cerrar con el “Poema de la cantidad”, de Jorge Luis Borges: “Aquí son demasiadas las estrellas / El hombre es demasiado”.
Jugar a que el hilo narrativo lanzado al azar pueda partir de los relatos como gritos que sofocan llamas —Leslie Jamison—, entrelazarlos con las vidas familiares, desgranadas por Veronica Raimo en Nada es verdad, llegar hasta la pintura perdida de Tiziano en Tzintzuntzan que nos refiere María Gainza (Un puñado de flechas), darle su lugar a Frank Bascombe (Sé mía, Richard Ford) en la revisión de su vida, de esfuerzos, fracasos, de disfrutar la felicidad; toparnos con el coraje corajudo de Mary Pat (Golpe de gracias, Dennis Lehane), poner un alto para atender cada reflexión mordaz de Matías Rivas (Referencias personales) sobre miedos, soledad, amistades, vulgaridad; y acabar descubriendo qué tanto realidad como ficción forman parte de una misma identidad —Jorge Volpi, La invención de las cosas. Un hilo narrativo de innumerables páginas donde ninguna línea necesite absorber más palabras que las que allí frecuentan, porque allí está todo. Sus sonidos, sus silencios, y nada más que decir.
Descreído, me niego a confiar en que todo ya está escrito, como muchos aprueban. Leamos a los clásicos, resumen —aquí cada uno elige a los suyos, sin caer en la imperfección de las sugerencias de nombres y títulos—, porque todo lo demás son variaciones sobre lo que se ha escrito. Y si aún fuera cierto eso de que ya nada se va a inventar, necesitamos de la creación y de la sorpresa, porque sí la hay, aunque toca a cada uno componerla o descubrirla. Mailer, Piglia, Stephen King, Bradbury, Lodge, Virginia Woolf, Vargas Llosa, Calvino, Salter, Gardner, Murakami, Borges, nos han dejado ensayos de cómo hacerle. “Penetrar en lo conocido no es en absoluto un hecho consumado. Más bien, al contrario, es una labor ardua, muy ardua”, reflexiona Vivian Gornick.
Me gusta pensar que de la mano de los textos, encadenados o no, podemos descubrir otros mundos. Que la imaginación no se agota, de la misma manera en que para otros no se agota cada día en ver los resultados de sus pruebas en los datos que arroja el análisis clínico, en experimentar alternativas que frenen la desertificación o quienes preparan la estrategia para enfrentar al siguiente rival deportivo. Lo que no quisiera es que por ir a otros mundos, quedemos desapegados de aquello que mal que bien hemos construido en la cotidianidad. Sería como huir a esa ficción tan común de estos días como alentar la ignorancia, obviar la mirada ajena, despreciar las carencias colectivas o fanatizar los egos personales.
Por Matías Rivas descubro a Enrique Lihn. Dice en “Destiempo”: “Nuestro entusiasmo alentaba a estos días que corren […] Todo lo íbamos a resolver ahora / Teníamos la vida por delante / Lo mejor era no precipitarse”. Un próximo año comienza. Las lecturas traerán nuevos mundos. Suerte.
@dariofritz.bsky.social