Por Lyneth Santiago
El cáncer de mama es una de las enfermedades más frecuentes entre las mujeres en todo el mundo y un desafío médico que trasciende el ámbito físico. Cada año, millones de personas reciben un diagnóstico que cambia radicalmente sus vidas, enfrentándolas a una lucha que requiere fortaleza y apoyo. Esta enfermedad se desarrolla cuando las células del tejido mamario crecen de forma descontrolada, formando tumores que, si no se detectan a tiempo, pueden propagarse a otras partes del cuerpo. Aunque los avances en la medicina han incrementado las tasas de supervivencia, el camino hacia la recuperación sigue siendo complejo y lleno de desafíos.
El tratamiento para el cáncer de mama varía según la etapa en la que se detecte, pero suele incluir una combinación de cirugía, quimioterapia, radioterapia y, en algunos casos, terapia hormonal. La cirugía, que puede ser conservadora o radical, busca eliminar el tumor o, en etapas más avanzadas, extirpar completamente la mama afectada. Este procedimiento suele ser seguido por otros tratamientos para reducir el riesgo de recaída y combatir cualquier célula cancerosa residual. Cada paso del proceso implica decisiones difíciles y un desgaste físico que puede ser devastador.
Las secuelas del cáncer de mama van más allá de las cicatrices visibles. Muchas mujeres enfrentan cambios significativos en su cuerpo, como la pérdida de un seno, efectos secundarios de la quimioterapia, como la caída del cabello y la fatiga crónica, o complicaciones relacionadas con la reconstrucción mamaria. Estas marcas físicas suelen ser un recordatorio constante de la enfermedad y pueden afectar la autoestima y la percepción del propio cuerpo. Adaptarse a estas transformaciones requiere tiempo, apoyo y, en muchos casos, terapia psicológica.
El impacto emocional del cáncer de mama es profundo. Desde el momento del diagnóstico, muchas personas experimentan miedo y ansiedad ante este padecimiento. Durante el tratamiento, es común enfrentar episodios de depresión, frustración e incluso enojo, especialmente cuando los cambios físicos alteran la percepción de identidad. El apoyo emocional, tanto de profesionales como de familiares y amigos, juega un papel crucial en este proceso, ayudando a las pacientes a reconstruir su estabilidad mental y a encontrar fortaleza en medio de la adversidad.
A pesar de los desafíos, el cáncer de mama también puede ser una oportunidad para redescubrir la capacidad de lucha y la importancia de la vida. Muchas mujeres encuentran en este proceso una nueva perspectiva, priorizando su bienestar y reforzando los lazos con sus seres queridos.
Yo soy Alicia
Alicia fue diagnosticada con cáncer de mama con tan sólo 25 años, teniendo ahora 30 años, cinco años en los que su vida cambió para bien. Ella ha mencionado que su historia de vida podría ser de mucha ayuda para aquellas mujeres que atraviesan un momento tan difícil, asumiendo que: “el hecho de que uno de nuestros pechos sea extirpado, no significa que seamos menos”.
“Todo comenzó el día en que me di cuenta que una de mis mamas tenía un tamaño diferente a la otra, además de que, al tocar, me dolía, esto me pareció muy raro y no dudé en ir al doctor, puesto que mi abuela que en paz descanse, también tuvo cáncer de mama, por lo que podría decir que fue hereditario (…), fueron bastantes estudios que me realizaron para poder confirmar que yo tenía cáncer de mama, si te soy sincera, la incertidumbre de ¿qué pasaría conmigo? Estaba muy arraigado en mi mente, tenía miedo, pero también sabía que debía seguir adelante, no podía quedarme de brazos cruzados sabiendo que el cáncer podría ir avanzando hasta no haber marcha atrás. Además, mi familia siempre estuvo ahí para apoyarme, acompañándome a las quimioterapias y estando pendiente de mí.”
Alicia nos cuenta que uno de los momentos más difíciles fue el después de la cirugía, ya que, al caer en cuenta de que no tendría una de sus mamas, se sentía menos, sentía que nadie iba a quererla y tenía muchos prejuicios acerca de su cuerpo. Esto es común entre víctimas del cáncer de mama, pero se trata también de una lucha constante de amor propio.
“Yo estaba muy deprimida tras la cirugía, cada vez que mi mamá me ayudaba con las curaciones de mi cicatriz, me miraba y no podía evitar tener pensamientos negativos acerca de mi cuerpo, no quería comer ni salir, me distancié de varias amistades y hasta cierto punto, de mi familia, comencé a adelgazar debido a mi falta de alimentación, aunque mi madre me decía que debía comer y siempre me llevaba la comida a mi cuarto, simplemente no tenía apetito (…) fue una etapa muy difícil para mí, pero un día mi hermana mayor entró a mi cuarto y dijo algo que marcó el inicio de mi superación personal ‘¿hasta cuándo vas a seguir así? ¿Hasta que tu luz se apague? No puedes dejarte vencer por algo así, ya superaste la primera etapa de lucha, tienes que seguir adelante’, eso es lo que recuerdo mayormente de aquel discurso que me dio, porque sabía que no era un regaño, sino una motivación que, sin dudarlo, acepté”
A partir de ese suceso, Alicia comenzó a asistir a terapia psicológica, misma que le sirvió para valorarse como mujer, como sobreviviente al cáncer de mama, recalcando que, aunque es una lucha difícil y con constantes recaídas, pudo continuar con su vida. Y aunque ella es consciente de que en algún momento podría -o no- volver a sufrir de cáncer de mama, nos da un gran consejo;
“Quiero decirles algo a quienes están sufriendo por el cáncer de mama y a quienes ya se encuentran en el proceso de recuperación; sé lo difícil que es enfrentar esta lucha, porque yo también estuve ahí, sintiendo miedo, dolor y ansiedad. Hubo momentos en los que me miré al espejo y sentí que había perdido una parte de mí, pero con el tiempo aprendí algo muy importante: no somos menos por lo que hemos pasado, somos más fuertes y más valientes. El cáncer no define quién eres, ni las cicatrices te hacen menos mujer. Cada día es una nueva oportunidad para levantarte, para amarte y para encontrar la aceptación en esta nueva versión de ti. Deja que tu familia, tus amigos y quienes te aman te ayuden a recordar lo valiosa que eres. Nunca dejes que el miedo apague tu luz, porque eres capaz de brillar incluso en los momentos en que crees que no puedes más. Podemos pensar que nos costó nuestra vida entera, pero seguimos aquí, y si seguimos aquí es porque hemos luchado, porque hemos vencido.”
Cada historia es diferente, cada una de las mujeres que luchan contra el cáncer de mama día a día, las hace fuertes en mente y cuerpo, porque por más cansado que llegue a ser algunas veces, no se rinden y continúan en el camino por vencer. Recordemos que es muy importante detectar este tipo de cáncer a tiempo para poder brindar un tratamiento más eficaz.
Alicia es una luchadora que invita a las demás a no rendirse y seguir adelante pese a lo doloroso de la situación.