Por Sandra Luz Tello Velázquez
El 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es una fecha clave para reflexionar sobre ese mal que persiste en la sociedad.
La historia nos ha colocado en una situación distinta a la que viven los hombres, pues las mujeres hemos sido tratadas como si tuviéramos un valor menor al de los varones, como personas “de segunda”. En muchos grupos sociales se nos ha considerado cuidadoras, menos capaces, débiles, frágiles y con características asociadas a la sensibilidad excesiva, lo que nos identifica como seres controlables y, por tanto, violentadas.
Si bien es cierto que las leyes van transformándose, también es real que el cambio parece darse a pasos lentos. En diversas regiones de México notamos que la sociedad muestra resistencia y el contexto sigue siendo sexista. Aunque las reglas cambien, persisten expresiones misóginas y violencias sutiles, ya sean verbales o hasta físicas, por ejemplo: un pequeño empujón o frases que minimizan a las mujeres.
Es evidente que permanece un vacío entre la ley y la realidad. Actualmente se acumulan leyes, pero la vida de las mujeres no cambia, pues siguen siendo asesinadas, en muchos casos por sus parejas y también por desconocidos; hay tantas desaparecidas, violadas, acosadas, desprestigiadas y expuestas en redes sociales, también son obligadas a conceder cuando ése no es su deseo.
En este siglo se ha intentado deconstruir el trato hacia la mujer, así como su participación activa en diversos ámbitos, como la ciencia, la tecnología, la vida política y de gobierno. Sin embargo, las acciones realizadas no son suficientes. La emergencia que hoy vivimos amerita reflexiones profundas y respuestas de acción tangible, no solo mediática.
Por otra parte, la literatura y el arte han tratado de dar respuestas concretas tratando de visibilizar, así se puede desarrollar una verdadera conciencia al desafiar los estereotipos de género y promover la igualdad, pues a lo largo de la historia literaria ha logrado inspirar a las mujeres para alzar la voz en una lucha por la equidad.
Finalmente, todos podemos utilizar nuestra voz para denunciar la violencia de género y promover la equidad. Como sociedad podemos crear un mundo libre de violencia, donde todas las personas puedan vivir con dignidad y respeto.