CNDH. Va porque va
Por Javier Solórzano Zinser
Por lo que se está viendo, la mayoría en el Senado se inventó una serie de reglas para supuestamente nombrar a la nueva presidenta de la CNDH cuando ya tenían definida su decisión.
De otra manera, no se entiende lo que se ha vivido en las últimas semanas. Se acordaron mecanismos para buscar la manera de tener una terna final, la cual debiera ser definida en función de las capacidades de las y los aspirantes en comparecencias públicas.
Quienes fueron los y las mejores evaluadas serían quienes integrarían la terna. Sin embargo, la decisión, por lo que se ve, estaba tomada y poco o nada importaron las comparecencias y el esfuerzo y preparación de cada uno de los participantes, quienes mostraron sus capacidades en medio de preguntas de toda índole por parte de las y los senadores.
Lo primero que hicieron fue sacar a quien quedó en segundo lugar, Tania Ramírez, para meter por la fuerza a quien es la presidenta de la CNDH. El siguiente paso, por lo que se sabe hasta ahora, fue tirar línea para que la mayoría optara por Rosario Piedra sin importar el proceso acordado.
Fue público que al interior de Morena existían diferentes perspectivas de quién debiera encabezar la comisión. A pesar de ello, lo que se está haciendo es cerrar cualquier tipo de debate e imponer a la presidenta de la CNDH por cinco años más.
Poco les ha importado que haya sido evaluada con bajas calificaciones. Poco les ha importado que estén violando las propias reglas que ellos establecieron para definir el proceso. Poco les ha importado haber hecho a un lado a una muy importante e interesante candidata que había ganado su lugar en la terna por méritos propios.
Un tema que cada vez se está convirtiendo en asunto delicado es el hecho de que Morena no está llevando a cabo procesos de autoevaluación de su gestión en el poder. A los malos gobernadores, por una cuestionable decisión, se les ha asegurado su futuro sin reparar en la forma en que llevaron a cabo la gobernabilidad en sus estados. Los terminan por cubrir, quizá por el temor a lo que las y los gobernadores entrantes, por cierto, en la mayoría de los casos de su propio partido, puedan encontrarles.
Está visto que los triunfos en muchos estados no necesariamente tienen que ver con el impulso que les puede dar quienes los han gobernado, aunque sean de Morena. El país desde hace tiempo trae una ola en favor del partido producto de la fuerza, popularidad, empuje y empatía de buena parte de la población hacia López Obrador. El expresidente ha ganado muchas batallas sin haber participado directamente, como ha sucedido en diferentes entidades del país.
Es importante la autoevaluación, porque esto significa la posibilidad de mantenerse en el poder. Si bien muchas cosas han cambiado, también es cierto que estamos en medio de muchas adversidades y con escenarios de futuro que inquietan en más de algún sentido.
Tratar de imponer a Rosario Piedra sin hacer el más mínimo análisis de lo que ha pasado en la CNDH en los últimos cinco años, es un despropósito que traerá secuelas. Tampoco pueden soslayar la evaluación que se hizo en las comparecencias en el Senado sobre la participación de la presidenta de la Comisión.
Hablar de razones de Estado o de acuerdos de las mayorías es buscar imponerla bajo argumentos autoritarios, sin que de fondo haya un criterio que tenga que ver con una evaluación de su trabajo que la pueda colocar de nuevo en la comisión.
No vaya a ser que la ratificación de la presidenta esté pasando por una imposición del sexenio anterior y por el visto bueno de la Defensa, la cual no ha sido tocada en ningún momento por la comisión como si sólo estuviera encerrada en sus cuarteles.
RESQUICIOS.
Lo más inquietante en la elección en la CNDH es que el desaseado proceso tenga que ver con lo que la mayoría y el gobierno quieren de la comisión, todo indica que la quieren a modo. Olvidan que muchos de los que hoy gobiernan fueron promotores de la creación de la CNDH.