Por Ruby Soriano
En la víspera de cumplirse los primeros 30 días del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, la violencia nacional se incrementa reflejando abiertas zonas de guerra en distintos puntos del país.
Sinaloa es un polvorín con la quema de autos, la aparición de cabezas en zonas comerciales, la paralización de la actividad económica y social en Culiacán como resultado del alza de enfrentamientos que se suscitan a todas horas del día.
La explosión de autos en Guanajuato, los enfrentamientos en Técpan de Galeana en Guerrero y la operación de células criminales en varias regiones del territorio nacional, evidencia que la llamada estrategia de seguridad de la mandataria del país surgió acotada, desdibujada, limitada y con una gran simulación.
El ejército y la marina han sido rebasados en varios puntos de conflicto, donde el control lo tienen las células delictivas.
El secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch luce limitado, nervioso, pronunciando líneas discursivas con las que no se identifica, pues lo que dice, no lo asume como una verdad.
El espaldarazo gubernamental a Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa fue una pésima señal para el mandato de Claudia Sheinbaum cuyo mensaje fue ignorar la crisis de gobernabilidad en esa entidad, donde prácticamente se libra una guerra sin cuartel entre los partidarios de “El Mayo Zambada” y la gente de “El Chapo Guzmán”.
El gobierno federal eligió una narrativa equivocada para intentar hacer frente a una ola de inseguridad que hasta ahora, no coincide con la realidad que se vive en diferentes zonas del país, donde el territorio está más que caliente.
García Harfuch se encuentra atado de manos frente a lo que hasta ahora ha implicado sólo mover fichas en mandos de seguridad, pero no accionar líneas de estrategia que involucren una limpia de territorios.
¿Y por qué no se ha hecho lo anterior? ¿Por qué tanta resistencia a reconocer actos que rayan en el terrorismo? Quizá porque la presidenta Sheinbaum no quiere jalar los hilos de la madeja que implicarían una confrontación directa con las organizaciones criminales.
Lo preocupante frente a la errática estrategia que se ha puesto en marcha en estos primeros 30 días del nuevo sexenio gubernamental, es observar el incremento de enfrentamientos entre bandas delincuenciales que han abierto frentes de abierto riesgo para la seguridad de la población civil que ya ha sido trastocada, pues no se tienen garantías de protección, ante la contundente ausencia de autoridades.
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