Quebradero

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Por ahora tiene tiempo

 

Por Javier Solórzano Zinser

Las batallas políticas, que no debates, se están dando en el Congreso. Con una oposición definitivamente diluida las cosas están definiéndose entre la mayoría, particularmente Morena que es en donde se dan las mayores confrontaciones y diferencias de opinión.

Por el Congreso está pasando todo y quizás en ocasiones asuntos que van más allá de los designios presidenciales. En los últimos días han subido y bajado proyectos debido al debate y confrontaciones por debajo de la mesa entre los propios integrantes de Morena.

Se confirma que el principal problema para el Gobierno no va a estar necesariamente en la oposición o en lo que remotamente pueda crecer. El problema va a estar en cómo entenderse internamente cuando van surgiendo intereses y diferentes posiciones en estos primeros 23 días de Gobierno.

Morena está más preocupado por lo que pase al interior del partido que por la oposición. Habrá que ver hasta dónde llegan los oficios de la presidenta del partido, porque tendrá que ir batallando contra la percepción de que fue colocada por las cúpulas más que por sus bases.

No se puede pasar por alto el papel de López Obrador en estas decisiones, tanto en lo que corresponde a la designación de la presidenta como del secretario de Organización, cargo fundamental en Morena.

No es casual la propuesta del hijo del expresidente de tratar de alcanzar la cifra de 40 millones de militantes para el partido, presumimos que van vislumbrando las dificultades que puedan enfrentar en los próximos procesos electorales en función de lo que se empieza a ver como un desgaste en el ejercicio del poder que puede alcanzar en cualquier momento a la Presidenta.

Morena no puede dejar de verse internamente. En algún sentido empieza a pagar ser el poder político abrumador del país. Sus cuadros están buscando ser recompensados tratando de que los acomoden en las estructuras de Gobierno, tanto federal como estatal o en el propio partido. Van surgiendo con mayor fuerza las críticas internas a los que consideran “nuevos” en el partido que en algunos casos tienen posiciones de primer nivel en el Gobierno.

La lucha interna puede ser encarnizada dejando secuelas que afecten directamente la gobernabilidad. Ponerse de acuerdo significa fortalecer a la Presidenta y no meterla en líos que lo único que van a provocar son divisiones, y en muchos casos su debilidad.

Como están las cosas, la mayoría tiene tiempo, aunque en muchas ocasiones no tenga la razón y se confunda, como está sucediendo con la reforma al Poder Judicial. Postergar la propuesta que hizo el coordinador parlamentario del partido en Senadores, en el sentido de frenar cualquier tipo de impugnación o amparo en contra de las reformas constitucionales, puede ser una manifestación contraria interna y también pudo ser, lo planteamos hipotéticamente, que se haya pasado por alto a la Presidenta.

La ventaja de Morena es que por ahora tiene tiempo para el ensayo y error. Tiene tiempo también para buscar ponerse internamente  de acuerdo, a la vez que sofocar a las tribus.

La razón de que tenga tiempo y tenga capacidad de maniobra se debe a que enfrente tiene una oposición que parece inexistente. Sigue siendo impresentable y no se visualiza particularmente que en el PRI y el PAN vaya a pasar algo que pueda cambiar las cosas; MC es un enigma y habrá que esperar hasta el próximo proceso electoral.

Lo que pareciera que pudiera suceder es que lo que no hagan estos tres años Morena y sus aliados será difícil que lo pueda hacer después, a pesar de la diluida oposición no hay garantía de que se repitan los escenarios en el 27 en medio del desgaste inevitable del ejercicio del poder.

RESQUICIOS.

Fernando Valenzuela era excepcional. Sin darse cuenta le cambió la dinámica a un histórico del beisbol como los Dodgers, y logró que la comunidad mexicana regresara al estadio después de haber sido desplazada, porque en donde vivían se construyó el inmueble; es histórico aquí y allá.