El rezago de la sociedad lectora: los mexicanos cada vez leen menos

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Por Luis Emilio Soto

En el marco del Día Internacional de las Bibliotecas, resulta oportuno reflexionar sobre la situación de la lectura en México, una nación donde el hábito de leer parece estar en declive. Según el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y su Módulo sobre Lectura (MOLEC), las cifras revelan una realidad contundente: los mexicanos cada vez leen menos.

Este fenómeno, sin embargo, no puede explicarse con una sola causa, los expertos apuntan a la tecnología emergente y a la mediatización como factores clave en esta tendencia descendente. ¿Es la tecnología realmente un factor determinante en este escenario? ¿La responsabilidad recae únicamente en el ámbito educativo, o hay otros elementos que contribuyen a esta problemática?

Entre 2015 y febrero de 2024, el porcentaje de población alfabetizada en México ha caído un 14.6%, pasando de 84.2% a 69.6% de personas que consumen materiales como libros, revistas, periódicos, historietas o páginas de Internet según MOLEC. Estas cifras contrastan con los datos de la UNESCO, que estiman una población alfabetizada del 87%. Esta disparidad de datos invita a una reflexión más profunda sobre las causas y las consecuencias de una sociedad que se aleja progresivamente de la lectura.

Uno de los principales exponentes de la literatura mexicana es Juan Villoro, quien defiende la postura de que empresas como Amazon han modificado la forma en la que se obtienen los materiales de lectura. El autor observa a las tecnologías emergentes y las responsabiliza directamente, pues bajo su noción, han vulnerado la convivencia entre lector y librero que antaño acontecía.

Villoro subrayó la labor heroica de los libreros independientes en un mundo dominado por gigantes digitales y los describió como un puente esencial para la convivencia literaria, orientando a los lectores y enriqueciendo sus experiencias de lectura, representando una resistencia vital y necesaria que precisamente se conmemora este 24 de octubre.

El MOLEC también destaca la importancia de la labor docente como uno de los factores clave en el desarrollo del hábito de lectura, pues las acciones de los profesores tienen un gran impacto en la población alfabetizada y no alfabetizada. Muchos encuestados señalaron que sus maestros los motivaban activamente a leer, pidiéndoles comentar o exponer sobre las lecturas realizadas en clase, fomentando la lectura de libros más allá de los textos escolares y alentándolos a visitar bibliotecas.

En entrevista, Amaranta Fernández García, actual formadora de docentes de la Licenciatura en Enseñanza y Aprendizaje de la telesecundaria y Licenciatura en Primaria, de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana (BENV) y también licenciada en Lengua y Literatura Hispánica, brinda una visión más amplia de cómo un profesor percibe al estudiantado que en un futuro será responsable de instruir en los niveles básicos de enseñanza.

La maestra señala que uno de los factores más alarmantes es el aumento del analfabetismo y la reducción en la incorporación de personas a la cultura escrita, este fenómeno señala una brecha que el sistema educativo nacional no ha logrado superar, evidenciando la necesidad de reformas y estrategias más efectivas.

Además, ha señalado la ineficacia de los programas de lectura, en particular, en el ámbito de la formación docente, se observa que muchos maestros no pueden inspirar el gusto por la lectura si ellos mismos no son lectores, aunque idealmente los maestros deberían actuar como mediadores y motivadores en el proceso de lectura, esto no siempre se cumple, y termina mencionando que: “El maestro que no lee es un maestro que no detona, que no incentiva el hábito por la lectura.”

La maestra menciona: «El mundo hipertextual, la internet ha cambiado los modos de lectura, existe una evolución entre la lectura y el libro o lo que se lee y esa evolución va de la mano con los materiales de lectura.» Sugiriendo una transformación profunda en cómo interactuamos con los textos.

Además, se destacó que los libros físicos son objetos caros, mientras que Internet facilita la difusión masiva de estos objetos culturales. «Con un dispositivo y acceso a internet, todos tendríamos la posibilidad de acceder a estos libros clásicos y a los no clásicos e investigaciones recientes». Esta accesibilidad democratiza el acceso a la información y permite que una mayor cantidad de personas se beneficien de los recursos educativos y culturales disponibles en línea.

Al preguntarle sobre los temas y géneros que más interesan a los estudiantes de letras, la respuesta fue clara: «Son los textos literarios, poéticos y obviamente los narrativos, sobre todo el género, dentro de los géneros narrativos, el cuento y la novela.» En la educación básica, los estudiantes se sienten atraídos por «los mitos, las fábulas, la leyenda, los cuentos, las canciones, el texto poético en general.»

Para concluir, se planteó una pregunta fundamental: «¿Qué diferencias notas entre los estudiantes de hace nueve años, en 2015, con respecto a los temas que les interesaban y lo que leían, en comparación con los estudiantes de hoy, en 2024?»

La respuesta reveló una evolución significativa en los intereses literarios de los estudiantes, pues en 2015, ella observaba una inclinación marcada hacia los textos de superación personal y eso le llamaba la atención, además, las sagas juveniles, como Los Juegos del Hambre, eran extremadamente populares entre los estudiantes. Estos textos, aunque no tradicionales, despertaban un interés inicial por la lectura, que podría llevar eventualmente a explorar obras más complejas, señaló.

Sin embargo,  Fernández García aborda la discusión sobre lo que se considera literatura y lo que no, señalando que esta es una discusión bizantina antigua y multifacética, evidenciando que las percepciones sobre qué constituye literatura pueden cambiar con el tiempo, mencionando que algunos textos inicialmente no surgieron como obras literarias, sino como estudios antropológicos, y que con el tiempo, la literatura se ha apropiado de ellos y este fenómeno subraya la flexibilidad y la evolución del concepto de literatura.

La entrevistada enfatiza la importancia de no juzgar las lecturas actuales de manera negativa. «Es fundamental reconocer que los gustos y preferencias de lectura pueden variar,» y que lo que se lee hoy en día, aunque pueda no ser considerado literatura en el presente, podría ser aceptado en el futuro, los maestros no deben despreciar ningún origen ni ninguna curiosidad de los estudiantes, y que no siempre deben empezar por los clásicos, ya que esto puede llegar a repeler a los estudiantes. Se destaca la importancia de comprender las preferencias de los alumnos y partir de estas para que se sientan identificados y encuentren en la literatura una forma de explorar y comprender la naturaleza humana

En contraste, los estudiantes de 2024 parecen estar menos comprometidos con autores y títulos específicos. «Actualmente, cuando les pregunto, no tienen idea realmente. No me manifiestan autores ni libros como antes.» -menciona la docente con una leve risa desganada y nerviosa.

En lugar de mencionar libros o autores, los estudiantes actuales muestran una preferencia por medios visuales, como los mangas y animes. Este cambio indica una tendencia hacia el consumo de contenido visual y una disminución en el reconocimiento y seguimiento de autores literarios.

Otro punto notable es que, cuando se les pide mencionar libros, a menudo recurren a obras clásicas que leyeron en la escuela, sugiriendo que su exposición a la lectura es más institucional que voluntaria. «Me manejan en los diagnósticos de lectura libros que sé que vienen de la prepa o del programa de bachillerato o de secundaria, que en algún momento de su vida lo tuvieron que haber leído y eso es como lo único que han leído completo.»

La declaración y testimonio de la docente podría ser una de las razones de que la población de 18 a 24 años sea la que mayor cantidad de libros lee, al estar muy apegados al programa estudiantil universitario, sin embargo, el problema subyacente, es que, de acuerdo con su apreciación, los futuros docentes no leen más allá de lo que la Secretaría de Educación Pública (SEP) recomienda y adentra en sus libros de texto y planeación.

Para concluir, hoy es un día para conmemorar a estos recintos bibliográficos, sin embargo, la población cada vez lee menos y han emigrado al mundo digital, el futuro es incierto, la única certeza en esto es que, si tomamos las cifras y hacemos una posible proyección, es muy probable que en 2025 la población lectora se disminuya aún más e incentivar el retorno a estadísticas positivas, depende de diversos factores.