¿El lenguaje inclusivo es el verdadero camino hacia la equidad en México?

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Por Sandra Luz Tello Velázquez

Con la histórica llegada de Claudia Sheinbaum Pardo al Poder Ejecutivo mexicano y la “invitación” que ella misma realizó durante el cuarto bloque de discurso para ser nombrada “presidenta con A”, se abrió nuevamente el debate acerca del uso de un lenguaje inclusivo.

Sheinbaum reflexionó por breves minutos acerca de la importancia que puede tener el uso de la letra “a” para la terminación de la palabra presidente y de acuerdo con sus dichos “solo lo que se nombra existe”, por lo tanto, decir presidenta es correcto para referirse al trabajo que ahora ostenta y dicho término puede ser comparable con las palabras: abogada, científica, soldada, bombera, doctora, maestra, ingeniera que aluden a las distintas profesiones realizadas por mujeres.

Quizá la actual presidenta de México ha considerado que el empleo de un lenguaje inclusivo sea la respuesta a la necesidad de una real justicia distributiva al remarcar que con ella “llegaron todas” a la Presidencia de la República. Quizá este pueda ser su experimento inicial, en el que partiendo del uso común de la palabra presidenta se genere un ejercicio de abstracción ideológica que permita acabar con las injusticias de género.

Es un hecho que la participación de las mujeres en la política ha sido un tema de debate y lucha por décadas, si bien se han logrado avances significativos, aún queda mucho por hacer para alcanzar una verdadera paridad de género en los espacios de toma de decisiones y en la promoción de mujeres para ostentar cargos directivos en organismos públicos y privados, por lo tanto, es evidente que el cambio en la terminación desinencial que indica el género no hará una verdadera diferencia.

Quiero acotar que no estoy en contra de la expresión que versa: “aquello que no se nombra se invisibiliza”; sin embargo, los estereotipos de género van más allá del lenguaje, están arraigados en la sociedad mexicana y limitan las aspiraciones políticas de las mujeres, nos exponen a prejuicios y a la discriminación.

Por otra parte, es importante reconocer el avance que se ha logrado con la llegada de una mujer a la Presidencia de la República, pues con la determinación de los  nuevos titulares del gabinete del Poder Ejecutivo se ha dado una respuesta equitativa a la cuota de género, ya que se incrementó la representación femenina en las secretarías.

En definitiva, falta un gran recorrido del camino para conseguir una mayor igualdad de género, no basta con asumir el lenguaje inclusivo, ya que en los contextos de la vida diaria no distingue los elementos en virtud de las propiedades esenciales de la inclusión, sino que atiende únicamente a la cualidad fundamental del discurso. Por lo tanto, para avanzar hacia una mayor igualdad de género en  México, es necesario adoptar medidas concretas en la educación, el cambio en las normas sociales, la implementación de leyes y políticas que promuevan la participación de las mujeres en la vida pública en los niveles locales, estatales y nacionales.