Quebradero

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Déjense ayudar

 

Por Javier Solórzano Zinser

Con la aprobación de la reforma al Poder Judicial se vienen un  sinfín de retos. Uno de ellos está en saber si la mayoría está dispuesta a dialogar y en algún sentido dejarse ayudar para poder instrumentar la reforma.

No se aprecia que vaya a cambiar el tono de las cosas. No se vislumbra un diálogo abierto e intercambio de opiniones. La mayoría no ha dejado de conducirse bajo lineamientos predominantemente unilaterales. No pareciera importarles lo que piensan quienes no piensan como ellos argumentando, sistemáticamente, que el triunfo electoral les da el mandato del pueblo y suponen que también la razón.

Se puede interpretar todo esto de innumerables maneras. Sin embargo, ver el país de una manera parcial, aunque tengan la mayoría, coloca todos los juicios parciales sin considerar a quienes siendo minoría tienen voz y voto.

Las cosas difícilmente cambiarán en los próximos días, porque la mayoría sigue teniendo al Presidente como el eje de todos sus actos. Existe en buena medida una mirada limitada de todo lo que se puede hacer e intercambiar con los diferentes grupos de la sociedad, lo que decide el Presidente es lo que es y poco o nada puede variar lo que hoy está a nuestra vista.

La oposición tiene muy poca capacidad de maniobra en el Congreso. No hay día en que no le recuerden que son la minoría y que la mayoría tiene la legitimidad. Sin duda es cierto, la clave del asunto está en cómo quiere ver la mayoría el rumbo del país. Seguramente encontrarán en cada votación la posibilidad de aprobar las reformas que pretendan, pero el gran problema es hacia dónde nos puede llevar esta dinámica independientemente del reconocimiento de su legitimidad.

El futuro va a ser aún más incierto, porque para desarrollar la reforma al Poder Judicial se va a necesitar la opinión y conocimiento de muchos personajes que la mayoría tiene entre señalados y desacreditados. La reforma como viene en la Constitución nos va a llevar a un galimatías interminable. Se requieren muchos elementos para crear las leyes secundarias y, sobre todo, el fantasma que día con día crece que es la elección directa de ministros, jueces y magistrados.

El país está entrando en una nueva dinámica, la cual por ahora no se alcanza a apreciar en su justa dimensión. Es cuestión de tiempo para que enfrentemos una gran cantidad de retos y, sobre todo, el enorme riesgo de entrar en terrenos indefinidos que pueden acabar estableciéndose a través de mayorías que imponen su voluntad más que su razón.

La llegada de Claudia Sheinbaum debe cambiar matices en el quehacer político. La futura Presidenta lo sabe a pesar de sus sistemáticos reconocimientos al Presidente. Por más que establezca que las condiciones del país no están marcadas por hechos violentos, que no exista controversia por la aprobación de la reforma al Poder Judicial o por las muchas cosas que tendrá que hacer en áreas como la económica, educativa, salud y seguridad, lo cierto es que tener la mayoría no necesariamente otorga la razón.

Para gobernar el país tiene que escuchar a todos sin dejar de reconocer sus circunstancias políticas. Lo contrario va a llevar a procesos unilaterales que en algunos casos podrían llevar al autoritarismo.

La mayoría en el Congreso está obligada a escuchar para gobernar mejor. No se trata de hacer lo que piden los otros, se trata de sumar y entender que las reformas y las leyes no pueden ser aprobadas sin quitarles una coma.

No es sólo tener la mayoría, se trata también de tener la razón, lo cual no se da sólo por los procesos electorales. La vida del país es susceptible de cambio constante, pero deben dejarse ayudar. La cuestión está en que todo lo quieren hacer a imagen y semejanza del futuro expresidente bajo la idea del “regalo”.

RESQUICIOS.

No pareciera que Ernesto Zedillo se convierta en el futuro líder de la derecha. Más bien, vino a defender lo que hizo a sabiendas de que se le iban a ir encima. Seguramente ya está de vuelta en su chamba, fin de la historia.