El país a la manera del Presidente
Por Javier Solórzano Zinser
El principal problema para la futura Presidenta estará en el diagnóstico del país. Si parte de lo que se dijo ayer en el sexto informe es totalmente cierto, enfrentará riesgosas circunstancias que al paso de su mandato se le vendrán encima.
Su principal tarea, independientemente de continuar con convicción y mandato con las políticas del Presidente, es conocer de forma precisa los principales problemas que acarreamos. No puede partir de muchos de los supuestos que el Presidente planteó ayer, no tiene de otra que revisarlos para su gobernabilidad.
López Obrador ve al país de manera parcial. Muchas cosas ciertamente han cambiado en los últimos años, el país ha sido sacudido como en pocas ocasiones en su historia reciente, estamos ante un Gobierno con características inéditas, pero también estamos ante un Gobierno que nunca tuvo la capacidad de verse de manera autocrítica.
La vida empieza y termina en lo que el Presidente ve y plantea. No es cierto que haya gobernado para todos. Es cierto que el esfuerzo que se ha hecho en la lucha contra la pobreza merece reconocimiento y elogio. Pero esto no es indicador de que haya buscado la manera de tener entendimientos y políticas que pudieran favorecer particularmente a las clases medias.
Fue nulo el apoyo a las pequeñas y medianas empresas. Muchas de éstas quebraron, porque no recibieron el más mínimo estímulo. A lo largo de la pandemia no hubo una política pública que pudiera favorecer a quienes son parte central del desarrollo económico.
El diagnóstico de país que fue teniendo el Presidente a lo largo de su mandato fue parcial. Muchos problemas se ven bajo una óptica limitada, lo cual puede ser motivo para que en el corto y mediano plazo se conviertan en problemas mayores, el parcial diagnóstico sobre los mismos no permite verlos en su totalidad.
Uno de nuestros grandes asuntos es la violencia ante la cual pareciera que hemos ido entrando en un riesgoso terreno de “normalidad”. Ciertamente mucho tiene que ver la forma en que otros gobiernos la abordaron, pero también tiene que ver con la falta de capacidad de respuesta del actual gobierno ante lo que ya no hay manera de seguir con la cantaleta del pasado como responsable.
No existen suficientes elementos para ponderar la reducción de la violencia y que los cárteles de la droga hayan sido al menos frenados. En este sexenio se han roto todos los lamentables números de personas fallecidas por hechos violentos. De igual manera creció la desaparición forzada, la cual el Gobierno quiso matizar. Un dato estremecedor es el hecho que existan más de 50 mil cuerpos sin identificar y que el país tenga una cantidad inimaginable de fosas clandestinas.
El abrazos no balazos no resultó como se ve desde el Gobierno. Una de las razones es que por más que se trate de argumentar lo contrario, la delincuencia organizada está cada vez más metida en las raíces de la sociedad, lo que lleva a que se vaya teniendo menos control y gobernabilidad sobre muchas comunidades, las cuales, de plano, están en algo así como la cogobernabilidad.
Muchos asuntos deben ser al menos ajustados por la futura Presidenta. Seguir con la cantaleta de que tenemos un sistema de salud mejor que el de Dinamarca esconde la verdadera crisis en la materia, la cual se extiende al proyecto fallido de la megafarmacia.
Se avanzó y se creó una conciencia por los sectores más desprotegidos, pero al mismo tiempo, el diagnóstico-país puede colocarnos bajo situaciones profundamente delicadas que nos regresen a un pasado, el cual se ha querido superar por razones justificadas y múltiples, tanto en lo económico y político.
RESQUICIOS.
La amañada votación a la que convocó en su informe el Presidente sobre si se quiere una reforma judicial seguramente será utilizada como caballito de batalla para asegurar que el “pueblo” la quiere y exige. A unas cuadras de ahí un buen número de estudiantes de derecho se manifestaban contra la reforma.