Se pone rudo el fin de fiesta
Por Javier Solórzano Zinser
No creemos que el Presidente haya pensado que la aprobación a su reforma al Poder Judicial enfrentaría una oposición como la que está ante nosotros.
Lo que pudo haber pasado es que en función del 2 de junio imaginara que las cosas serían menos complicadas. López Obrador echó a andar sus maquinarias sin considerar cuál podría ser la reacción de las y los trabajadores del Poder Judicial.
Fueron varios años en los que se ha dedicado a desacreditarlos llenándolos de adjetivos. Sus recientes declaraciones sobre los paros muestran lo que piensa de los miles de trabajadores del Poder Judicial sin considerar su historia de vida y su compromiso con la justicia.
El lunes los acusó de “paleros” en una expresión que no queda claro qué es lo que quería decir, lo que sí hizo es adjetivarlos como acostumbra hacer con quienes ven las cosas diferentes.
El Presidente se dedicó a colocar a todas y a todos en el mismo barco. No consideró la defensa que harían de su trabajo, el cual es la extensión de su vida y la de sus familias.
Es paradójico que un personaje como López Obrador que a lo largo de su vida política ha hablado de la defensa de las y los trabajadores se le acumulen problemas de esta índole, los cuales no va a tener manera de poder resolver tersamente en los 40 días que le quedan de mandato.
Lo que le interesa es que se apruebe la reforma al Poder Judicial que si bien es necesaria, no se puede hacer pasándole por encima a todos los que no piensan como él. Las definiciones pareciera que pasan por el Congreso con la mayoría morenista, pero no es así, empiezan y terminan en Palacio Nacional, espacio donde se encuentra la mano que mece la cuna.
Suponemos que el Presidente debe saber que el movimiento en contra de sus reformas al Poder Judicial puede crecer. Está compuesto por las y los trabajadores en medio de líderes emergentes. La reacción se debe no sólo a la defensa de sus derechos y su fuente de empleo, también, porque han sido años de ataques en su contra, los cuales han continuado estos días en la mañanera sin reparar o considerar mínimamente lo que piensan y sienten los trabajadores.
A esto sumemos que los foros públicos para debatir el tema se hicieron bajo el supuesto de que serían escuchadas todas las voces y además serían consideradas. Esto no ocurrió. Por un lado, a muchos especialistas los dieron de baja en los mismos foros, no los dejaron participar, y las voces que se expresaron críticamente no se tomaron en consideración. Los cambios a los que hace referencia Morena son los que los propios legisladores de Morena hicieron o fueron los que les enviaron desde Palacio Nacional.
A lo largo del sexenio se ha minimizado todo aquello que resulta contra o incómodo para el Gobierno. Éste es un caso más, lo que sucede es que éste es un asunto que puede ser de enorme dimensión.
Se busca desacreditar con el intento de menospreciar el movimiento para no darle valor, peso y crédito, el cual debería de ser considerado desde cualquier gobernabilidad.
López Obrador minimiza cualquier acción que pueda ser eventualmente en su contra o que vaya a cortar lo que propone. En la discrecionalidad de la reacción a este tipo de escenarios hemos visto cómo pueden aparecer movimientos que tomen carreteras durante días y no sean tocados, pero si el movimiento es crítico o contra lo que propone el Presidente inmediatamente se le desaloja, desacredita o minimiza; es la máxima del sexenio: estás conmigo o estás contra mí.
Quizá el Presidente imaginaba un fin de fiesta diferente. Son diversos asuntos los que se le acumulan, todos de importancia, los cuales no se van a resolver con cambios de narrativa o mañaneras; se pone rudo el fin de fiesta.
RESQUICIOS.
En algo que pareciera intentar mover del centro de atención asuntos controvertidos, la reforma al Poder Judicial, resulta que el Presidente le ha pedido a quienes eran los de “la mafia del poder” su opinión sobre la sobrerrepresentación.