Quebradero

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El tamaño de la reacción

 

Por Javier Solórzano Zinser

Lo que llama la atención de la carta de El Mayo Zambada es que asegure que fue secuestrado.

Fue menos sorpresivo, pero no por ello menos importante, su presunta relación con el gobernador del estado. No hay manera de imaginar la gobernabilidad en Sinaloa si no es bajo entendimientos entre el cártel y las autoridades.

Es conocido que a lo largo de décadas ha existido un contubernio y complicidad entre autoridades y narcotraficantes que determinan de alguna manera la gobernabilidad y desgobernabilidad de Sinaloa.

El exgobernador del estado Francisco Labastida recordó cómo fueron las elecciones en el 2021 en las cuales en algunos municipios entraron los narcotraficantes para determinar lo que querían que hicieran los votantes, a lo que se sumó el secuestro por 48 horas, en pleno proceso electoral, de cerca de 90 priistas. No se olvida tampoco que quien era el fiscal del exgobernador fue asesinado brutalmente en el Parque Hundido en la capital mientras caminaba una mañana con su esposa por integrantes del Cártel de Sinaloa.

El actual gobernador ha tratado de explicar que no tiene nada que ver con los delincuentes, pero lo cierto es que en entrevista con Salvador García Soto dijo que para gobernar y elegir hay que partir de una relación con los narcotraficantes. La entrevista se puede escuchar en la página del periodista.

En Sinaloa y otros estados los cárteles dominan. Los gobernantes a través de terceros se entienden con ellos. A lo largo de años hemos estado llenos de rumores en estos temas, pero es un hecho que para como se vive en algunas  entidades se deben establecer acuerdos. No hay de otra que identificar que hay un entendimiento cargado de complicidades.

Entre los asuntos más delicados está la pérdida del territorio. En diferentes municipios y en pequeños poblados es materialmente imposible para las fuerzas de seguridad entrar o buscar la manera de poder ayudar a la población. Los ciudadanos optan por entenderse con los cárteles, a pesar de que se están viviendo en muchas entidades problemas mayores, como está sucediendo en Chiapas.

El dilema colectivo con la carta es que no hay manera de probar una cosa ni la otra. El video sobre el presunto asesinato de Melesio muestra muy poco como para poder tener elementos de prueba sobre lo que sucedió con el adversario y antes gran amigo del gobernador.

Lo que sigue siendo un enigma es lo que realmente pasó en general. Se ha venido construyendo una narrativa conveniente que al tiempo muestra ciertas pistas, pero es  también confusa y contradictoria.

El Gobierno mexicano exige información, en tanto que Ken Salazar confirma y ratifica la historia del secuestro y de que es un asunto entre narcotraficantes.

La manera en que se dieron las cosas debió pasar por acuerdos entre las autoridades de EU, sin pasar por alto un asunto a atender: Ken Salazar aseguró que desde el primer momento se informó a las autoridades mexicanas. Para sumar más elementos, el presidente Biden se congratuló de la operación sin mencionar en ningún momento a las autoridades mexicanas.

López Obrador ya echó a andar su maquinaria. Habla de que a México se le respeta y, por otro lado, se lanza el factor distractor al referirse al congreso de ultraderecha que se va a celebrar en México a final de mes recordando que EU se metió en las elecciones de junio apoyando a grupos “conservadores”.

Como fuere, las secuelas de lo que pueda pasar con El Mayo se asoman. Por cierto, todo esto y más no sorprende a nadie en Sinaloa, es del dominio público con todo y la cargada acrítica de los morenistas; algo querrá decir el tamaño de la reacción.

RESQUICIOS.

Resulta que la desigual participación de México en París también es culpa del pasado. En lugar de ir a donde están las broncas, los problemas, los cuales pasan por las direcciones de Conade y el COM, se lanzan responsabilidades en otras direcciones; como fuere, está para escucharse la entrevista a Ana Gabriela de ayer en Récord.