Vincent Van Gogh, la inmersión de una mente creadora de arte

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Por Sandra Luz Tello Velázquez

A propósito de la experiencia inmersiva de la obra de Vincent Van Gogh que se expone en Ciudad de México y del aniversario luctuoso del pintor holandés he decidido escribir estas líneas.

Hay tanto que decir de Vincent Van Gogh, quizá hay quienes no conocen su obra pictórica, ni su historia, quizá nunca leyeron sus cartas, pero han escuchado su nombre y la idea ampliamente conocida del trastorno mental que el pintor holandés padecía, pero la realidad es mucho más compleja y matizada.

Los colores intensos, las pinceladas frenéticas, la angustia, la soledad y las imágenes alucinantes son recurrentes en la obra del pintor holandés y seguramente eran producto de su padecimiento mental. La esquizofrenia se manifestaba en episodios de crisis que se pusieron de manifiesto en las cartas que le escribió a su hermano Theo, de lo anterior surge un cuestionamiento por parte de cualquier admirador de la plástica de Van Gogh: ¿su arte hubiese sido igual sin aquellos episodios de inestabilidad emocional y alucinaciones?

Es complicado  negar o aseverar que  el genio creativo surja como efecto de la locura, de igual manera no puede certificarse el diagnóstico de Vincent Van Gogh de forma retrospectiva, ya que en el siglo XIX los conocimientos sobre los trastornos mentales eran limitados, sin embargo, el sufrimiento del artista le produjo un genio excepcional, no es posible identificar si se trataba de intoxicación por el plomo, bipolaridad, epilepsia o como se ha dicho por años esquizofrenia, pues no sé dispone del historial clínico del pintor, pero sí hay certeza de los diversos ingresos a hospitales psiquiátricos y su ritmo frenético para pintar que perduró hasta su trágica muerte.

Una verdad indiscutible es que Van Gogh estuvo marcado por la pobreza, la soledad y la incomprensión, lejos de la idealización con la que se suele caracterizar su locura, la enfermedad resultó una condición desesperada y solitaria que lo llevo a pintar unos 900 cuadros y 1600 dibujos. Al explorar la vida y la obra de Van Gogh quizá sea posible desmitificar a la esquizofrenia y reducir el estigma asociado a las enfermedades mentales.

Cabe señalar que un importante referente se encuentra en las cartas que Vincent dirigió a su hermano Theo Van Gogh, en ellas se vislumbra a un hombre con una lógica nueva asentada sobre su desolada realidad. Es la voz fluida de un ser humano trastornado y delirante por momentos, no se trata de una prosa que arremeda la locura, no hay mecanismos verbales extraños, ni construcciones borrascosas o sinsentidos desencadenados, sino la expresión honesta de un pobre hermano que se dirige a otro y veladamente solicita su ayuda.

Por otra parte, hay evidencias de que en algunas ocasiones Van Gogh salía frenético a pintar los campos de trigo o la mansa cotidianidad que le era ajena, como la imagen de un cartero o de sí mismo con una visión crítica e inquisitiva, pero abierto a la experiencia original de las cosas, a través de sus pinturas reflejaba aquello que encontraba interesante.

Finalmente, desconocemos si el arte evita y salva de la locura o por el contrario hunde al artista completamente en ella, pero es evidente que Vincent Van Gogh pudo plasmar con pinceladas y su propia lucidez la experiencia de una vida, llena de dolor estéticamente incomunicable que, ligada al acto de crear, desconoce la sensatez de otro tipo de composiciones menos desoladoras.