Quebradero

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Validación con uno que otro manotazo

 

Por: Javier Solórzano Zinser

Como se veía venir, se perfila la validación de la elección del 2 de junio por parte del Trife, es cuestión de tiempo y de uno que otro manotazo.

No es tarea sencilla desmenuzar el proceso electoral, porque se presentan una gran cantidad de intangibles que no hay manera de sancionar o conocer de fondo.

Existen evidencias de cómo en algunos casos los ciudadanos fueron presionados a través de argumentos falsos. La oposición cargó a lo largo del proceso la idea de que si ganaba iban a desaparecer los programas sociales. Fue parte de la batalla que ganó a todas luces la mayoría.

También se presentó el hecho de que en algunos municipios y distritos Morena le otorgara todo su apoyo al Verde para que ganara la elección con el objetivo de que tuviera un mayor número de legisladores de representación. No es fácil tener acceso a esto, porque al fin y al cabo está en el ciudadano la decisión por más que la oposición esté impugnando esta parte del proceso.

Existen elementos que la ley no contempla. El desarrollo democrático del país ha tratado de alcanzar la mayor transparencia electoral; sin embargo, existe un terreno dominado por la maraña en que no es sencillo meterse para sancionar, las elecciones acaban en muchas áreas quedando en los terrenos de la definitiva subjetividad.

En 2006 Vicente Fox tuvo una participación activa impulsando la candidatura de quien no era su candidato, pero que le urgía que ganara, Felipe Calderón. La decisión de la autoridad acabó por reconocer que el presidente había jugado un papel significativo en el proceso. Lo que pasó es que se identificó que no se tenían elementos para poder sancionar al expresidente. Lo que se hizo fue llevar a cabo una serie de cambios en las leyes para poder acotar al máximo el poder presidencial en las elecciones.

A pesar de ello todavía seguimos en terrenos pantanosos. El Trife va a validar la elección del 2 de junio, porque no ha encontrado que se haya presentado  violencia político-electoral y porque no encuentra que el Presidente haya tenido una participación determinante que definiera el resultado; al final todo termina por ser multifactorial.

En función del contundente resultado no hay manera de cuestionar el fondo de la elección. Existen ciertamente elementos que deberían ser sancionados por parte de la autoridad; sin embargo, no pareciera que estuviera en su radar por las razones que se quieran argumentar, las cuales igual pasan por no encontrar elementos irregulares que pudieran ser sancionados por la ley, o también, porque se ha creado una narrativa de no cuestionar la elección, porque al interior de los órganos electorales se ha ido creando una empatía con el poder político.

Lo que no se puede pasar por alto es que López Obrador hizo de la mañanera y de un buen número de participaciones en actos públicos un instrumento de campaña para su corcholata favorita, al tiempo que un instrumento para desacreditar con frecuencia a la oposición. Se podrán argumentar muchas razones, pero es claro que con base en las leyes que tenemos se fueron acumulando una gran cantidad de irregularidades ante las cuales se hizo poco o nada. Los llamados de atención al Presidente tuvieron un efecto menor que los llamados a misa.

El oficialismo y la oposición violaron los tiempos electorales de manera flagrante. Es probable que ahora nadie se acuerde, pero recordemos cómo los organismos electorales hicieron materialmente malabares para tratar de adaptarse a lo que ya emerge como la futura construcción de lo que deberá ser la nueva realidad electoral.

Viene la validación con uno que otro manotazo.

RESQUICIOS.

Se tienen que buscar formas para enfrentar las declaraciones soeces de Trump. Justificarlo por tiempos electorales y hacer como si no pasara nada es normalizar su narrativa. Es entendible buscar entendimiento y prudencia, pero dejarla pasar puede ser para muchos sinónimo de que tiene razón, la cual no se cambia con una carta.