Sobre los jueces y su experiencia

Share

Por Juan José Llanes

Me sorprendieron las palabras del señor Presidente de la República que hoy reveló que «se le pasó» (en su personalísimo proyecto de reforma judicial) eliminar el requisito de la «experiencia» para ser persona juzgadora, en el contexto de esas modificaciones constitucionales que proponen que la impartición de ese servicio público -esencial en cualquier estado civilizado- sea más plebiscitario que técnico. En fin.

Recordé, entonces, algo que escribí y compartí por este medio el 15 de diciembre de 2017, a propósito del Nuevo Sistema de Justicia Penal que comenzaba a operar. Me referí, entre otras cosas, a esas formas que se estaban adoptando en las audiencias, y que llevaron a muchos justiciables y a abogados a dirigirse respetuosamente al juez como «Su Señoría», con ese tratamiento protocolario que se dirige a la «tercera persona ficticia» (según la Gramática de Bello).

Anoté, además:

«En el mismo tenor, poco republicanos sucedáneos de ujieres alzan la voz en las Salas de Juicios Orales y dicen a la concurrencia el clásico «¡Todos de pie!» cada vez que entra el encargado de dar a cada quien lo que le corresponde (de acuerdo con Ulpiano).

En la Ciudad de México se ponen toga; en Veracruz, prescinden de tal prenda, pero alzan con procacidad y dramatismo el rostro.

Ganas no me han faltado de decirle a alguno: si quieres que te trate como tú supones que mereces, haz gala de los atributos correspondientes, que no tienes: autonomía para empezar (haz, como dice Dardanius, ‘Flecti Neseia sum lacrimis, nec prece, nec pretio’, caso omiso a las lágrimas, a los ruegos, y al dinero), y no te comportes como vasallo de los que detentan el poder político; adquiere el conocimiento enciclopédico del Derecho que, se supone, debiste comprobar que poseías para llegar a ocupar el cargo que ocupas; y, por último, entiende que los ciudadanos a los que juzgas, son los que pagan tu salario: gánatelo procurando respetar sus derechos fundamentales.

Y cuando eso suceda, gustoso me pondré de pie cuando entres, gustoso te diré «Su Señoría», y gustoso te trataré con respeto.

Mientras tanto, te lo digo: sólo mereces mofa.»

Ignoro cuál será el destino de la Reforma Judicial o si se aprobará en los exactos términos deseados por el actual régimen (sin mover una coma a la propuesta); pero temo que se esté transitando hacia un lugar en el que los jueces -ya sin ese conocimiento acrisolado del Derecho, pero electos por las masas- se parezcan a aquél que creó Cástor Vispo cuando imaginó a ese juez que impartía Justicia a Tres Patines en la Tremenda Corte.