La raya
Por: Javier Solórzano Zinser
No vemos por qué Claudia Sheinbaum tendría que pintar una raya con el Presidente.
La futura presidenta desde hace al menos 20 años ha venido desarrollando su carrera política a la par y de la mano de López Obrador con lealtad e intereses comunes. Ha formado parte del círculo más cercano del Presidente y ha sido un factor muy importante para el proyecto y gobernabilidad del tabasqueño.
Es absolutamente confiable y no casualmente fue desde el inicio del proceso la corcholata favorita. Por más que algunos hayan querido interpretar de otra manera las cosas, en particular el diluido Ebrard, desde el principio no había duda de que Claudia era la corcholata del Presidente.
Ella es parte integral del movimiento y se asume como tal, más allá de que le es claro que la cabeza y líder es López Obrador, no de ahora sino de años. Muchos quisieran que rompiera y que se mostrara distante, pero no hay razón para ello. En muchos casos lo que se quiere es que tome distancia del Presidente, buscando hacer a un lado al tabasqueño. Podrá haber fricciones, pero no vemos un escenario de rompimiento en que se pinte la famosa raya.
No hay indicios de que la futura presidenta lo quiera hacer así, como tampoco hay indicios de que tenga sentido que lo hiciera. La apuesta que muchos hacen en el sentido de que las cosas sean diferentes a partir del 1 de octubre pasa más por tratar de ponerle un freno al Presidente y por sus “buenos deseos”.
Es una incógnita qué podrá pasar a partir de esa fecha. La idea de que en el momento que la nueva mandataria tenga puesta la banda presidencial romperá con el Presidente por ahora no tiene asidero. Por más que desde el extranjero y desde ciertos sectores del país se especule sobre ello.
Ver a Claudia Sheinbaum como una extensión, calca y dependiente del Presidente no tiene peso propio, porque omite la capacidad de desarrollo y experiencia para la gobernabilidad de la exjefa de Gobierno de la CDMX. Esta visión tiene dosis de misoginia y además pasa por alto la relevancia histórica que tiene para el país que sea por primera vez gobernado por una mujer.
Lo que en el corto plazo se le va a exigir es que vaya tomando un camino propio en función de que el proyecto al que pertenece directamente carga con muchos pendientes de alto riesgo a los cuales debe responder.
Es un hecho que en los últimos años muchas cosas han quedado a la mitad del camino, escenarios que definen bajo la cantaleta de los “otros datos”; sin embargo, no hay día que todo esto se enfrente con la terca realidad. Sheinbaum va a enfrentar problemas económicos ante los cuales se verá obligada, casi que por sobrevivencia, a diseñar nuevas estrategias que tengan que ver con reglas internacionales y no con una visión centrista determinada por pensar que el país se puede mover a su antojo sin tomar en cuenta la dinámica internacional.
Tarde que temprano tendrá que enfrentar ideas, como la que la justicia está por encima del mercado pasando por alto la dinámica económica, más en un país que forma parte del bloque comercial más importante, fuerte e influyente del mundo.
La futura presidenta ha venido presentando a su equipo con lo cual quiere enviar mensajes de por dónde irá su gobernabilidad, hoy dará a conocer a otros seis integrantes. En general los nombramientos han sido bien recibidos, ha sido cuidadosa y ha logrado generar expectativa. A su manera y con la sombra del Presidente, quien sigue dando la impresión de que nomás no se quiere ir, ha tratado de permanecer en el radar ciudadano.
Ya le tocará saltar a la cancha. Lo que sí es un hecho y, lo sabe, es que los electores votaron por ella por más que por ahí ande la sombra de ysq, quien empieza entrar en el síndrome de “te vas y te vas y no te has ido”.
RESQUICIOS.
El lamentable zipizape entre panistas refleja lo que viene pasando en el partido. No tuvieron ni siquiera un buen nivel de debate, se la pasaron repartiendo culpas como si no fueran responsables de nada.