La oposición sigue en el barranco
Por Javier Solórzano Zinser
Ante la reticencia y empecinamiento de los dirigentes de los partidos de oposición en conservar a como dé lugar sus cargos, se confirma que siguen sin entender el 2 de junio.
Pareciera que en la oposición se piensa que en cualquier momento van a resolver sus interminables problemas en automático. Presumimos que, por ello, se siguen manejando sin ningún acuse de recibo de su contundente derrota. Apelar a que hay que esperar y respetar el tiempo de los mandatos es perder de vista el tamaño del problema; a grandes problemas grandes soluciones, pero no se ve así.
Lo lógico, de la mano de la autocrítica, hubiera sido que el mismísimo día después de las elecciones las dirigencias de PRI y PAN hubieran presentado sus renuncias o al menos convocar a delegados del país para determinar y discutir qué hacer.
La derrota tiene muchos motivos, pero por lo que se ve no tiene responsables. La razón más seria y grave es la evidencia de la lejanía que tuvieron con el grueso de la sociedad. Muchos de los actos de Xóchitl Gálvez se veían como puestas en escena, lo cual se confirmó por la propia candidata cuando aseguró que los asistentes eran acarreados o cuota de partido y que nunca aparecieron lo que presumiblemente era su fuerte, la ciudadanía.
Se la pasaron haciendo cuentas alegres y no le creyeron a la mayoría de las encuestas que los colocaban muy por debajo de lo que imaginaban. Era tan malo su diagnóstico sobre lo que estaba pasando que sólo le hacían caso a una encuestadora a modo.
Como ya se ha mencionado, no tenían ni el termómetro de quienes serían sus votantes naturales, las clases medias. La importancia de la victoria de Claudia Sheinbaum está en el gran número de votos que obtuvo, hecho histórico, pero sobre todo, que estos votos acabaron por venir de todos los sectores socioeconómicos del país; los más de 35 millones de votos permearon por todas las clases sociales.
La absurda rebatinga de la noche del 2 de junio es una manifestación más de la confusión y de que no tenían un diagnóstico claro del país que ya somos. Un dirigente partidista que le reclama a una candidata el porqué reconoce la derrota como si la diferencia hubiera sido mínima, nos pinta en buena medida en lo que andaba la oposición. Todo fue contundente y era importante que la candidata por más que tuviera críticas al proceso electoral reconociera la derrota como demócrata que asegura es.
Ahora resulta que llevar a cabo un acto de esta naturaleza que dignifica a quien lo hace merezca críticas, y elevar el tono de voz por parte de un dirigente quien reclama una llamada, dirigente, por cierto, que uno supondría que desde el 2 de junio tiene las horas contadas.
En la medida en que se van revisando los resultados de la elección hay más evidencias del contundente avance de Morena. Es cierto la importancia que tuvieron en el ánimo ciudadano los programas sociales; sin embargo, remitir el voto sólo a este factor es quitar de la vista el peso que tiene el Presidente y la influencia que materialmente tiene en todo el país.
Junto con ello jugó un papel realmente importante la diluida oposición, la cual desde el 2018, con una mínima pausa en el 2021, se ha ido perdiendo sin entender lo que realmente es México.
Recordar todo esto es importante. Lo es, porque la actitud de los dirigentes del PRI y PAN dejan en claro que no han entendido el momento que se vive, pero, sobre todo, el papel que ellos están jugando. Las críticas de personajes relevantes de los dos partidos deberían de ser vistas para tomar decisiones colegiadas lo más pronto posible.
¿Realmente creen en el PRI y PAN que con las dirigencias que tienen hoy algo puede ser diferente?
Se siguen cayendo en el infinito barranco.
RESQUICIOS.
Por si había dudas Claudia Sheinbaum se encargó de despejarlas. No va a romper con López Obrador, en lo cual hemos venido insistiendo, y por si fuera poco ya propuso crear el día de AMLO; así o más claro.