Quebradero

Share

Un antes y después

 

Por: Javier Solórzano Zinser

El caso Julian Assange muy probablemente va a terminar como un hecho histórico y un antes y después en materia de libre información y libertad de expresión.

El asunto es inédito porque no se tenían antecedentes de un hackeo de esta naturaleza que tuviera tantas consecuencias y que se metiera en las entrañas de diversos gobiernos de EU en su fase más abyecta personificada en el espionaje.

Si bien mucha de la información que se dio a conocer se sobrevaloró o era de alguna manera conocida, como fuere vino a confirmar cómo los servicios de inteligencia de EU se metían en todos los terrenos, a lo que se sumó el papel que jugaba en las embajadas como entes de información de espionaje.

WikiLeaks terminó por mostrar las debilidades informativas, la intromisión y la falta de control sobre las mismas, junto con el desaseo y falta de atención de lo que en diversas instancias se hace regularmente respecto a temas de información sobre otros países.

En algún sentido EU fue desnudado informativamente. Se fueron por obvias razones con todo en contra de Julian Assange porque los puso en evidencia y tenían que encontrar y castigar a quien era el “culpable” ante su propio país y en un acto de poder ante el mundo.

El australiano se la pasó a salto de mata. Tuvo relativa paz en la embajada de Ecuador en Londres; sin embargo, llegó el día en que el nuevo gobierno del país sudamericano tomó la decisión de quitarle el asilo, lo que permitió que las autoridades inglesas, a petición del gobierno de EU, entraron al inmueble y se lo llevaron a una cárcel de alta seguridad, donde estuvo la friolera de cinco años.

La reacción mundial a lo largo de este tiempo fue solidaria con dosis de oportunismo. Salieron en defensa de Assange algunos gobiernos que a su interior mostraban acciones y caras muy distintas de lo que se defendía en cuanto a derechos humanos y libertad de expresión representados en la defensa de Julian Assange.

WikiLeaks debe ser vista como una manifestación de la libertad de expresión, derecho a la información y la exigencia del respeto a quienes ejercen el periodismo.

La defensa que hizo Assange del significado y valor de WikiLeaks se convirtió en un elemento detonador de una toma de conciencia de la importancia de la difusión libre de la información. Si bien para EU fue y es una afrenta, para el periodismo fue y es un momento clave.

El caso permitió también hacer un alto en el camino en las condiciones en que se ejerce el periodismo en muchos países del mundo. Lo que pasó este tiempo evidenció que un caso como el de Assange, en algún sentido con matices, es lo que se vive en el periodismo, lo que incluye de manera preponderante a países como México.

La defensa que hizo López Obrador de Assange es valorable. La cuestión es que estaba en el fondo más atento a lo que sucedía con el periodismo de fuera y no reparaba en que somos la nación del mundo más peligrosa para ejercer la profesión. Se atendía vehementemente lo que pasaba con el australiano, pero se ponía poca atención a lo interno, a lo que se sumó la crítica que desde el poder se hacía a los periodistas, en muchos casos sólo por ser críticos del régimen.

A la liberación de Assange se sumó también el jolgorio de la futura Presidenta y de la Secretaría de Gobernación, dependencia medular para el ejercicio de los derechos y la libertad de expresión. Bien se puede ver lo que pasó con WikiLeaks como un elemento de toma de conciencia de lo que se vive cotidianamente en el país.

Qué bueno que se suman a la solidaridad internacional por la liberación de Julian Assange, pero bien vendría que vieran y que fueran solidarios también con lo que pasa en nuestra propia casa.

RESQUICIOS.

Desde hoy sabremos hasta dónde llega la voluntad para escuchar y su caso transformar el proyecto de la reforma judicial. Las y los trabajadores del Poder Judicial están echados para adelante, no quieren privilegios, quieren que se les respeten sus derechos y su dignidad.