¿Reforma fiscal?

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Por Raúl Arias Lovillo

Desde hace algunas semanas se ha desatado una discusión entre los especialistas sobre la pertinencia de realizar una reforma fiscal en México. Por supuesto, esta discusión se ha motivado por la situación fiscal actual de nuestro país. En 2018 AMLO tuvo la suerte de heredar un panorama fiscal relativamente bueno, recibe un país con un déficit fiscal equivalente a sólo el 2% del PIB, con necesidades de gasto crecientes pero relativamente bajo control. Adicionalmente, recibe del gobierno de Peña Nieto los Fondos de Estabilización de Ingresos de Entidades Federativas (FEIEF) y el de Estabilización de Ingresos Presupuestarios (FEIP), ahorros constituidos para enfrentar los ciclos bajos de la economía, de aproximadamente 369 mil millones de pesos. En contraste, AMLO entregará el poder con fondos de estabilización agotados, mayores subsidios a la energía, presiones de gasto provenientes del pago de pensiones, programas sociales y mayores costos financieros para pagar la deuda nacional.

En total, esto genera en 2024 un déficit fiscal cercano al 6% del PIB y una deuda general como porcentaje del PIB ligeramente por encima del 50%, casi siete puntos porcentuales más que en 2018. Esta situación evidencia la urgencia de una reforma fiscal que propicie aumentar la recaudación tributaria.

Desde hace muchos años se ha argumentado que la recaudación tributaria en México debe aumentar para que el Estado pueda mantener una mayor cantidad de recursos para financiar infraestructuras, salud, educación y otras prioridades nacionales. Actualmente la recaudación tributaria de nuestro país, medida como porcentaje del Producto Interno Bruto, es de 17%, que se ubica por debajo del promedio de América Latina y el Caribe que es del 21.5% y muy por debajo del promedio de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) que alcanza el 34.0%.

En la última Convención Bancaria, celebrada en Acapulco, las dos candidatas más importantes para ocupar la presidencia hablaron frente a los banqueros sobre sus ideas en torno a una reforma fiscal.

La candidata de la coalición del PRI, PAN y PRD, Xóchitl Gálvez, expuso la necesidad de no gastar a lo tarugo, además de rediseñar el modelo de Pemex, cuyas pérdidas se cubren con apoyos del gobierno y esto resta recursos para otras actividades prioritarias; asimismo, argumentó que la prioridad será el crecimiento económico porque si crece la economía tenemos más dinero y esto quita la urgencia de una reforma fiscal.

Por su parte el plan de Claudia Sheinbaum, candidata de Sigamos haciendo Historia, es darle continuidad a lo realizado en este sexenio, descartando la necesidad de una reforma fiscal: “¿De dónde puede haber recursos adicionales sin necesidad de una reforma fiscal? en primer lugar, de la digitalización y la simplificación del sistema tributario nacional (…) particularmente se debe simplificar aún más al SAT, que en este sexenio se ha enfocado a la fiscalización, sobre todo, de grandes contribuyentes” Asimismo, esta candidata destacó la importancia de la innovación y de impulsar el Régimen Simplificado de Confianza, así también destacó “que la tecnificación de las aduanas nos va a permitir todavía un incremento adicional en los ingresos”.

Como puede verse, ambas candidatas descartan una reforma fiscal de entrada, aunque por razones muy diferentes. En el fondo existe un temor por los costos políticos que acarrea una reforma fiscal. Pero, desde nuestro punto de vista, hay que construir el entramado institucional que garantice plena transparencia y rendición de cuentas. La ciudadanía se opone a pagar más impuestos porque el gobierno no transparenta el uso de los recursos públicos sino que los despilfarra, al mismo tiempo que los desvía para fines electorales y su destino no se decide democráticamente y por consenso sino de manera autoritaria y autocrática. Morena no puede resolver estos asuntos porque actúa con total opacidad, destruye las instituciones que garantizan la transparencia y el equilibrio de poderes. Por el contrario, un gobierno de coalición con Xóchitl Gálvez a la cabeza puede garantizar el éxito de una reforma fiscal porque su proyecto se fundamenta en el diálogo y en los acuerdos democráticos.