Quebradero

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Marea Rosa-Xóchitl. Era cuestión de tiempo

Por Javier Solórzano Zinser

Era cuestión de tiempo para que se cerrara la pinza entre la Marea Rosa y Xóchitl Gálvez.

Desde sus inicios la Marea Rosa tuvo al Presidente y su Gobierno como eje de sus críticas y consignas. López Obrador trató de desacreditarla en innumerables ocasiones, su argumento era y es que lo que querían era oponerse a su Gobierno. Repetía a menudo que era un grupo de ciudadanos que estaban ligados a los partidos políticos “de los conservadores, aunque lo nieguen se andan escondiendo en las manifestaciones”.

Algo tenía de razón López Obrador. Lo que nunca consideró es que en sus orígenes la Marea Rosa fue un movimiento que logró convocar a una gran cantidad de personas, a las cuales las unía un espíritu crítico, un interés genuino por la defensa de la democracia y ciertamente una crítica directa al Gobierno. Las primeras movilizaciones no solamente lograron convocar en todo el país a miles de ciudadanos, sino que además se dio un proceso de cohesión, sin que estuvieran de por medio los partidos políticos. Dejaron claramente establecido que la movilización ciudadana era respuesta ciudadana al estado de las cosas que se vive en el país.

No es casual que después de cada una de las movilizaciones el Presidente organizara actos en el Zócalo bajo cualquier pretexto para mostrar su músculo, muy a la manera de como siempre lo ha hecho.

Si bien López Obrador ha tenido en las marchas y en las calles el eje de estrategia y acción política, esto no quiere decir que le pertenezcan o que sea el único que tenga la capacidad de convocatoria para mover a la ciudadanía.

La abierta definición política de la Marea Rosa tenía que darse, porque no se podía quedar aislada ante el próximo proceso electoral. No había manera de no comprometerse con alguna de las corrientes políticas siendo que en su discurso y en su movilización está la exigencia del cambio del estado de las cosas, en democracia son las elecciones el factor de cambio.

En algunas de las movilizaciones se llegó a argumentar que no era un movimiento estrictamente contra el Gobierno, lo cual era una falacia. Si algo querían y siguen queriendo es colocar en el centro de su crítica al Presidente. No había que darle muchas vueltas para percatarse de ello. Quizá no lo hicieron antes como un intento de poder dialogar con el Gobierno, a sabiendas de que si a lo largo de todo el sexenio no se hizo, no tendría por qué hacerse después de una marcha en que muchas de las consignas y opiniones eran contra el mismísimo López Obrador.

Mauricio Merino en varias ocasiones urgió a la Marea Rosa a definirse como un movimiento contra el Gobierno. La razón es que desde el inicio tuvieron a López Obrador en el centro de su crítica, por más que trataran de aderezar los discursos. Dice Mauricio que para lo que está de por medio, la definición es clave, porque “estamos ante un Gobierno que está entre destruyendo y acotando la democracia”.

La inevitable definición de la Marea Rosa por Xóchitl Gálvez le puede dar a la candidata presidencial espacio para regresar a lo que desde el inicio consideraba clave para construir una candidatura ciudadana. Es evidente que los partidos le hacen mucho ruido a Xóchitl, pero con base en nuestro régimen democrático es evidente que no puede estar sin ellos.

La importancia de la Marea Rosa en la candidatura de Xóchitl es que le puede abrir a la hidalguense espacios a voces y miradas diferentes de la de los partidos.

La reacción de Morena a la oficialización de esta relación le hizo ruido. No tiene sentido menospreciar a la Marea Rosa, por más que se muevan poco las cosas.

RESQUICIOS.

Es evidente que algo no se ha hecho bien con el  medioambiente de la zona metropolitana. Cada vez tenemos más contingencias y estamos muy lejos de tener un aire limpio. Todos los gobiernos prometen que van a cambiar las cosas, pero ya se sabe que no se les da aquello de la rendición de cuentas; terminan su administración y ahí se ven.