Quebradero

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Nos vemos en la Corte

 

Por: Javier Solórzano Zinser

No hay manera de que en las tres sesiones que quedan para el cierre del periodo ordinario en el Congreso aprueben las grandes reformas que propuso el Presidente el 5 de febrero.

López Obrador sigue teniendo en la mira el Plan C que sería el triunfo de la 4T y que le permitiría tener una mayoría calificada en el Congreso, para que antes de dejar la Presidencia el primero de octubre tenga todo septiembre para llevar a cabo todos los cambios que, por ahora, no va a poder hacer.

Lo que sí se va a aprobar son las reformas a las pensiones, lo cual más bien es el uso del dinero de los pensionados, el tema de los amparos y, a pesar de que en el propio Morena no hay consenso, los cambios a la Ley de Amnistía.

Va quedando cada vez más claro que lo que quería el Presidente era introducir sus reformas en el proceso electoral, independientemente de su destino. También presumimos que buscaba que su candidata las asumiera como propias para la continuidad de la 4T, lo cual no se ha podido hacer del todo por los inevitables vaivenes de las campañas, pero de que forman parte del proyecto de la candidata no hay duda. No descarte que en los próximos dos debates haya manifestaciones de ello, sobre todo, por las especulaciones que se hicieron sobre el primer debate que fueron, se interpreta, planteadas en la Rayuela de La Jornada.

Lo que está por aprobarse difícilmente va a resolver los problemas de fondo de las pensiones, el marco legal del amparo y menos aún el del siempre sensible asunto de la amnistía. Lo que sí pasará es que se profundizará la concentración del poder, como ha venido sucediendo a lo largo del sexenio.

El oficialismo argumenta que quiere debatir, pero al final no se le cambia nada a las propuestas bajo el “no se mueva ni una coma”. Los Parlamentos Abiertos han terminado por ser un intercambio de muy buen nivel de ideas que al final, lamentablemente, no trascienden. Ahora se habla de diálogos, quizá un poco para tratar de cambiar la idea que han desgastado de los parlamentos, para en el fondo seguir bajo la misma tónica. Se debate a lo largo de varios días y semanas, pero al final, todo queda como originalmente estaba planteado.

Morena no es un partido de un solo pensamiento. A pesar de que se vote en consenso, en el partido y sus aliados, hay muchas voces internas y un buen número de ellas son críticas a las propuestas que se hacen, no lo hacen en voz alta, pero es claro que tienen objeciones.

Sin embargo, a la mera hora terminan votando en una unidad entre sometida y cuestionada. Da la impresión de que algunos acaban tratando de convencerse de lo que no piensan, no creen y no les queda de otra que apoyar, y más si sobre ellos anda la mirada del inquilino de Palacio Nacional.

El problema con estas propuestas es que están en el inmediatismo. No se está planteando qué va a pasar en el mediano y largo plazo. En el caso de las pensiones no están claras las reglas de operación y la estrategia va a llevar tarde que temprano a que se acabe el dinero y no alcance, lo que derivará en un serio problema económico con la posibilidad de que venga acompañado de reacciones sociales.

Es evidente que ya no hay tiempo para el razonamiento o para llegar a acuerdos. Andamos en una edición más del “voy derecho y no me quito”. El destino de las propuestas será la Corte que en función del contenido de las mismas muy probablemente las desechará,  lo que servirá para que se arremeta de nuevo contra de ella.

En el  juego de vencidas podría presentarse un nuevo escenario que podría destrabarlo, sin descartar que en el camino se darán una buena cantidad de agarrones.

RESQUICIOS.

Tiene razón el Presidente en criticar el informe de EU sobre derechos humanos en México, pide respetar nuestra soberanía. Salvando las distancias, es lo mismo que plantearon los gobiernos de Bolivia, Panamá, Perú y Ecuador sobre las referencias del mandatario sobre la situación interna en estos países.