Impunidad, rabia, venganza y barbarie
Por Javier Solórzano Zinser
Sin que sea una práctica regular, el linchamiento en Taxco se inserta en las reacciones ciudadanas que combinan la violencia, el anonimato y el rumor.
En varias ocasiones hemos sido testigos de cómo se presentan linchamientos producto de la desinformación que corre de manera vertiginosa entre las comunidades, pasando de rumores que no se pueden comprobar a convertirse rápidamente en supuestas verdades que llevan a la gente a actuar sin razonamiento alguno.
A esto sumemos que las autoridades en este tipo de situaciones tienden a ser rebasadas y en muchas ocasiones no tienen protocolos de reacción y se van aventando culpas o responsabilidades, como, de hecho, sucedió en Taxco.
Los ciudadanos confían poco en la autoridad y no quieren dejar por ningún motivo en sus manos lo que consideran una injusticia ante un hecho delictivo. Lo que pasó en Taxco llamó poderosamente la atención por las redes y porque de por medio está el asesinato de una menor de edad, la cual con razón quieren colocar en la categoría de feminicidio.
Las autoridades quedó la impresión de que no sabían qué hacer. Un funcionario dijo que cómo era posible que la madre no cuidara a su hija, otros de plano dijeron que no tenían elementos legales para detener a las tres personas pasando por alto lo que se veía venir, lo cual estaba a la vista de todos.
En una de sus investigaciones, Causa en Común contabilizó cerca de 600 linchamientos en los últimos cuatro años. La cifra es evidentemente alta, pero lo más grave de esto es que es muy probable que haya habido muchos más linchamientos de los cuales no se tenga información, porque quizá no acabaron por hacerse abiertamente públicos.
Las comunidades están enfrentando una serie de problemas que al no tener solución van buscando un terreno propio para resolverlos. La presencia de la delincuencia organizada tiene mucho que ver con esto, como se vio hace algunos meses en el Edomex donde el hartazgo ciudadano llevó a que los pobladores atacaran de manera directa a los delincuentes quienes les exigían derecho de piso.
Son muchos los casos en que los ciudadanos buscan hacer justicia por propia mano. En el centro de Cuernavaca hay una pancarta que con claridad explica los hartazgos y las decisiones colectivas. El contenido es definitivo: “Todo aquel que agarremos robando en esta calle será detenido por nosotros y no estaremos buscando a la policía para hacerlo”.
La inseguridad ha llevado a muchos linchamientos. La impunidad con la que actúan los delincuentes genera una rabia y deseos de venganza que tarde que temprano pueden llevar las cosas hasta sus últimas consecuencias.
Es muy fácil creer las cosas que se dicen, porque vivimos en medio de muchas adversidades. Gritar que hay un ladrón o un secuestrador en una comunidad es auténticamente echar a andar a los ciudadanos, quienes en la mayoría de los casos no reflexionan porque saben que todo este tipo de cosas y muchas más pueden suceder.
Lo sucedido en Taxco también nos muestra en qué andamos en el país. Los ciudadanos hablaron con las autoridades para que detuvieran a los presuntos secuestradores asesinos; sin embargo, al no haber una respuesta concreta y al darse cuenta que no iba a pasar nada, de inmediato se dejaron ir para que en medio de la barbarie no apareciera el más mínimo acto de cordura o intentar pacificar la brutal violencia que se estaba dando.
Más bien lo que terminó pasando es que la turba alentaba más violencia en el nombre de la venganza atacando a tres personas que, como fuera, eran presuntos responsables de un secuestro y un asesinato de una menor.
Quizá los ciudadanos actuaron en la barbarie, porque pudieron haber imaginado que prevalecería la impunidad y que requerían a como dé lugar de la venganza; todo pinta un poco cómo somos.
RESQUICIOS.
En recientes secuestros o levantones la solución se ha dado, porque quienes perpetran el delito acaban liberando a los detenidos; la autoridad ha visto el partido desde la tribuna.