Andan enrareciendo las elecciones
Por Javier Solórzano Zinser
Se anda enrareciendo el ambiente de cara a las elecciones. Al convertirse la violencia en un factor de la vida cotidiana es obvio que también alcanza las elecciones, lo que lleva a colocar el tema bajo focos rojos.
La propuesta del Acuerdo por la Paz visualiza el estado de las cosas bajo el trabajo de 500 especialistas y conversaciones con una gran cantidad de fieles que asisten regularmente a la iglesia.
No fue un documento hecho en las rodillas. Fue una investigación de varios meses buscando tener todos los elementos posibles a la mano sobre el estado de las cosas. Es un diagnóstico que merece atención y que coloca un conjunto de elementos que, a decir de la Iglesia católica y actores de la sociedad civil, son claves para enfrentar la violencia que se está viviendo en el país.
Ni el Presidente ni su candidata, cómo era de esperarse, aceptan el diagnóstico. Claudia Sheinbaum lo hizo saber en la misma reunión a la que fue convocada y el Presidente tajantemente manifestó que no compartía, pero “respetaba” el acuerdo.
La gran diferencia está entre lo que ve el Presidente y lo que ve una gran mayoría de ciudadanos, incluso quienes le manifiestan cotidianamente su apoyo. La Iglesia católica ha venido viviendo actos de violencia que han alcanzado a sacerdotes, recordemos cómo en Cerocahui dos jesuitas fueron asesinados al interior de la iglesia. Recordemos también que el asesino nunca fue detenido y apareció meses después muerto en una carretera muy lejana de Chihuahua.
Una constante para el análisis es el despliegue que el Presidente ha hecho de los militares en todo el país y en todo tipo de actividades. La pregunta que hay que hacerse es, qué tanto la violencia ha cedido debido a esta estrategia, es difícil hablar de disminuciones pequeñas como una gran victoria cuando tenemos a 180 mil personas muertas violentamente en lo que va del sexenio.
La preocupación mayor está en que el proceso electoral se ha venido violentando. En varios estados del país aspirantes a cargos públicos o familiares han sido secuestrados o asesinados. La lista es larga y no hay partido político que no se haya visto hasta ahora afectado.
El Acuerdo por la Paz ofrece un diagnóstico proponiendo discutir la estrategia de seguridad para encontrar mejores caminos para enfrentar este lacerante problema, pero también y, prioritariamente, para llevar a cabo un proceso electoral que pueda desarrollarse en paz en todo el país.
Para el Presidente todo planteamiento o crítica que vaya en contra de su gobierno resulta improcedente. Ha sido la tónica del sexenio. A lo largo del tiempo hemos visto cómo se ha negado a hablar con grupos de la sociedad civil, a la cual menosprecia bajo una mirada estatista, no la encuentra como un interlocutor válido. No importa la causa ni la importancia que tenga las innumerables solicitudes de diferentes grupos que buscan hablar con el Presidente, de origen, el asunto no procede, porque no son interlocutores para él.
López Obrador no ha dejado ni dejará de meterse en el proceso electoral. Con aquello de que “mi pecho no es bodega” pasa por encima los lineamientos legales, lo cual tiene repercusiones más allá de que el INE se comporte tímidamente.
Ayer el Presidente lanzó una seria acusación o amenaza. Aseguró que desde el Poder Judicial “se está tramando la nulidad de la elección presidencial y un golpe de Estado técnico”. Es una declaración brutal que va poniendo en duda la legalidad del proceso llevando las cosas a exacerbaciones que alcanzan a sus millones de furibundos seguidores.
Otro motivo podría ser que la elección esté entrando en mayores equilibrios y estén surgiendo inquietudes.
RESQUICIOS.
Demasiada confusión, torpeza, opacidad y complicidad están ya acompañando la investigación del brutal asesinato de Yanqui Kothan, estudiante de la Normal Isidro Burgos. Lo que no se haga ahora por hacer justicia llevará las cosas a que mañana todo sea ya muy tarde.