Por Omar Zúñiga
Dice la sabiduría popular: “cae primero un hablador, si es López”…, la mención viene a cuento porque Karla Quintana, hoy ex Comisionada Nacional de Búsqueda (CNB), dio a conocer antes de irse que en el gobierno de López Obrador hay 110 mil personas desaparecidas.
Ante estas cifras y como es su costumbre -pues él siempre tiene otros datos-, el presidente montó en cólera y se apresuró a decir que no, que ese número no es cierto; –créanme-, dijo en su mañanera.
Para documentar el optimismo, este martes 14 de noviembre fueron descubiertos cinco cuerpos inhumados de manera ilegal en las inmediaciones de la capital veracruzana.
Dos de esos cuerpos corresponden a Marilú Galicia de apenas 21 años y su hijo menor de edad de apenas 3 años, reportados como desaparecidos el 15 de agosto pasado, es decir, apenas unos días antes de que Quintana renunciara a la CNB.
Estos, estimado lector, son los hechos irrefutables que se le estrellan en la cara a un tipo sin vergüenza que tenemos como presidente, que es capaz de todo –mentir sin lugar a dudas- con tal de lograr su objetivo y ese objetivo es perpetuarse en el poder a través de interpósita persona.
Es el tipo al que no le importa el dolor del pueblo, el ajeno, de la gente de a pie; es el tipo que busca tomarse fotos en medio de un lodazal rumbo a una zona de desastre para buscar victimizarse.
Es el tipo que busca congraciarse con los capos del narcotráfico y sus familiares
Es el tipo que se burla en la cara de los familiares de los desaparecidos.
Ese es Andrés Manuel López Obrador, el tipo que se pasó su gobierno sin gobernar, echándole la culpa al pasado, de todas sus idioteces.
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Clara y concisa como pocas mujeres en niveles directivos, ha sobresalido en un medio complicado y dominado generalmente por los varones, es Nereyda Hernández Palacios, presidente del Colegio de Ingenieros de Xalapa (CIX), uno de los tres colegios existentes en el estado.
Pausada en sus contestaciones, pensándolas muy bien, pero sin pelos en la lengua, la ingeniera le entra al toro por los cuernos y reconoce lo que las autoridades niegan, que sí hay extorsiones para los constructores, tanto por parte del gobierno, como del crimen organizado.
“Es una desafortunada práctica que se sigue llevando a cabo. Los socios del Colegio sostienen que (para asignar obra) están pidiendo 35 hasta 40 por ciento (…) entonces con qué te hago la obra, no me va a alcanzar. El 60 por ciento de una obra son suministros de los materiales”.
“Entonces (…) muchas veces lo que se ve afectado es la calidad de la obra. Claro, ya no te voy a traer el mejor material; voy a ver cuál es el material más barato y es ahí donde voy a tener ese pequeño ahorro”.
“Sí es una mala práctica que yo he escuchado de mis colegas que se sigue dando, es muy desafortunada porque finalmente tú haces un presupuesto pensando en que no te vas a quedar con el 50 por ciento del presupuesto de la obra”.
Por otro lado, está el asunto del crimen organizado, en el que “desafortunadamente sí se da aquí en el Estado. No voy a ser partícipe de ocultar ese tipo de situaciones que se les da a las empresas”.
“No necesariamente como un derecho de piso, pero sí tienes que trabajar con ellos, tienes que rentar su maquinaria, se da mucho con la compra de materiales, con los acarreos, el ‘no pases por aquí, esta es mi línea, no pase por acá, esto es lo que voy a hacer yo’.”
“Hay situaciones de las que no podemos escaparnos, pero finalmente sabemos dónde estamos trabajando, sabemos de lo que carece y de lo que no el Estado, pero pues afortunadamente, si sabes también hacer esa gestión, pues no vamos a tener problemas a la hora de la ejecución porque saben que nos dan las reglas desde el principio y como cualquier especificación técnica, pues nosotros tenemos que acatar las reglas, ¿no?”
“En broma le dije a un funcionario -bueno, pues entonces ahora sí vamos a tener que poner en la licitación también un porcentaje de seguridad para las obras, porque para trabajar en el Estado tienes que cuidar esa parte de tu personal”.
“Desafortunadamente sí hemos sido víctimas de este tipo de situaciones, pero hemos sabido saber cómo tratarlas y darle esa confianza a nuestro personal, de que si se llegara a presentar una situación, se va a atender y solucionar”, siempre de manera personal, nunca con la intervención de la autoridad.
Respeto a los inversionistas que aún creen en Veracruz y siguen buscando obra para dar empleo a la gente.
Repudio al gobierno que no sabe y puede resolver, ni éste ni tantos y tantos problemas a los que se enfrentan los creadores de empleos.
Este es nuestro Veracruz, falta menos, tic… tac.
¡Qué barbaridad!