Por ahora no se ve por dónde
Por Javier Solórzano Zinser
Nos encontramos en una tesitura en donde se ha ido creando una narrativa sobre un futuro triunfo de Morena, al tiempo que muchas encuestas de opinión lo van perfilando.
En la mayoría de los estados se coloca una intención de voto sobredimensionada, incluso en entidades en donde el Presidente no es bien evaluado. Hay que insistir en que las encuestas son retratos del momento, pero que, ciertamente, van acumulando historias de cómo la sociedad va viendo y evaluando a los personajes de la política.
Una narrativa que reitera sistemáticamente la inminencia del triunfo termina por desalentar la participación ciudadana. En lo que hoy se empieza a apreciar da la impresión de que entre más participación, más pareja puede ser la elección porque no quedará sólo en el voto duro del oficialismo.
No vemos por ahora cómo en estados como Yucatán, Guanajuato, Jalisco, incluso en la propia capital, pueda tener Morena una intención de voto tan alta siendo que son entidades, particularmente las tres primeras encabezadas por la oposición, en donde en lo general sus gobernantes son reconocidos por la ciudadanía.
El caso de la Ciudad de México es una incógnita. El forzado triunfo de Clara Brugada no genera necesariamente certidumbre para Morena. Hay que ver qué pasa en estos meses de campaña, lo cierto es que la exalcaldesa no tiene los niveles de aceptación de Omar García Harfuch. La gran ventaja en la encuesta de éste último muestra no sólo por la fuerza e imagen del exsecretario de Seguridad, sino sobre todo por la certidumbre que genera en las y los capitalinos; la diferencia de dos dígitos no es cualquier cosa.
A pesar de que se insiste en reglas convenidas, la decisión respecto a esta candidatura sigue provocando cuestionamientos. Está a la vista que Clara Brugada está identificada directamente con el Presidente y que esto, inevitablemente, se pudo haber convertido en un factor en función de los escenarios que antes de aplicar la encuesta se veían venir. A lo largo de estos meses, ningún ejercicio de esta naturaleza colocó por delante a Brugada.
La narrativa del triunfo del oficialismo es cada vez más intensa. La forma en que se desarrollaron las participaciones de ganadores y perdedores junto con la del Presidente del partido el viernes y el sábado pasado era de total triunfalismo. Hasta parecía que habían ganado una elección más que una candidatura del partido.
Si bien tienen motivos porque la oposición se va viendo cada vez más diluida, las amplias clases medias cada vez se encuentran más distantes del Presidente como eje único de la gobernabilidad del país. No existen por ahora indicios de que la percepción vaya a cambiar.
Lo que es un hecho es que Morena logró captar la atención como nunca antes se había presentado para un proceso interno de selección de aspirantes a cargos de elección popular. El tema llamó todavía más la atención, porque la oposición le organizó el domingo un acto a Xóchitl Gálvez, el cual no logró trascender del todo porque todavía nos encontrábamos en los remanentes de la encuesta del oficialismo.
La oposición se encuentra lejos del imaginario colectivo. Se ve abrumada por la narrativa oficial, la cual no ha encontrado manera alguna de al menos atemperarla. En el camino ya les apareció Movimiento Ciudadano con un candidato que quiere ser presidente sin poder poner un freno a la violencia que de nuevo ha llegado a Nuevo León.
Por ahora no se ve por dónde la oposición se convierta en un adversario de buen nivel. Su única ventaja es que esto no se acaba hasta que se acaba.
RESQUICIOS.
Es un enigma qué trató de hacer Marcelo Ebrard. Fue perdiendo fuerza quedando diluido posponiendo una decisión que sabía que iba a tomar. Se llenó de reconocimientos de lugares comunes por parte de quien gobierna el país y de Morena, quienes, según dice, reconocieron irregularidades en el proceso, lo cual es intrascendente; la tuvo, era suya y de nuevo la dejó ir.