Por Jesús J. Castañeda N.
Arribó con la complacencia o complicidad oficial en la obscuridad de la noche, mientras que la mayoría de la población estaba dormida; las pocas personas que circulaban por las calles, lo hacían distraídos o un poco mareados por algo que tomaron y tampoco lo vieron venir, hasta que llegó y su impacto destructivo fue contundente.
De pronto apareció la rapiña que arrastró también con la voluntad de personas de bien que actuaron como con una reacción de previsión ante un escenario desconocido y temiendo por la subsistencia de sus familias, pero se revolvieron en una acción que puso en evidencia lo obscuro de la naturaleza humana.
No hacía mucho tiempo que un gatillero llamado Covid había pasado por el mismo lugar aniquilando a miles de personas y causando graves daños a la economía, sin la reacción de defensa ni de ayuda oficial, que siempre tiende a minimizar lo sucedido, como también lo vuelve a hacer en éste último caso, que sin pudor publica en el Diario Oficial el 9/10/2023 el término de la declaración de emergencia emitida previamente por “la ocurrencia de lluvia severa y vientos fuertes”, que a pesar que los expertos calificaran como huracán categoría 5, aquí sólo fueron “lluvia severa y vientos fuertes”, semejante a la recomendación de no ponerse cubre bocas o de los abrazos y no balazos.
Pobre país, que apenas iniciaba un tiempo de recuperación, enmarcado en el gran esfuerzo de la gente, de su trabajo y entrega a favor de su patria; en una sociedad que aún no se había dado el tiempo de hacer el inventario de sus desaparecidos por el Covid y les llegó ese terrible fenómeno causando más daño.
Su período fue corto, sólo unas horas, pero su daño se puede extender por miles de horas más, pues el huracán y su ola de devastación no se han ido, porque toda la ruina de las familias y su violento arribo a la miseria, desesperanza y desolación, son el mejor ingrediente para una exitosa campaña electoral.
Aún encima de los muertos y desaparecidos, encima de las ruinas de la que fuera una gran ciudad, están los discursos, las fotos, las promesas que a pesar de ser sólo de saliva, se adhieren fuertemente en el atribulado corazón de los dolientes.
El huracán hoy busca votos y no le importa el dolor de los sobrevivientes y agonizantes que fácilmente abrazarán la esperanza discursiva y darán lo que sea, sin pensar que con su voto pudieran estar participando en otro acto de rapiña colectiva que acabará con lo poco del país que le falta por destruir. Porka Miseria.