Quebradero

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Acapulco. Es sólo el inicio

 

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

 

En la medida en que pasen los días tendremos la dimensión precisa de la devastación. Por ahora se va diseñando un proceso organizativo que permita la entrega de ayuda, en la medida en que avance el tiempo se conocerá lo que está pasando en colonias a las cuales no se ha tenido acceso.

Se han venido creando narrativas a través de las redes que si algo han hecho es confundir. Se han difundido audios que no queda muy claro qué tan ciertos son. Lo grave es que pudieran ser ciertos en algunos casos por cómo se han venido dando las cosas.

Lo que hay que considerar es que en medio de la tragedia habrá gente que quiera sacar raja de toda índole. Lo que tiene que quedar totalmente claro es que las víctimas son las y los acapulqueños.

Se va a necesitar de un gran trabajo y de tiempo para conocer el estado real de las cosas. Tratar de señalar al Gobierno de todos los males es impreciso e injusto. Lo que está pasando requiere claridad colectiva en lo cual, sin duda, el gobierno juega un papel estratégico y definitorio.

No tiene sentido que el Presidente asuma un papel de víctima ante lo que llama ataques a su Gobierno. Debe ser más bien el eje sobre el cual se lleve a cabo el proceso de ayuda y, en su momento, la reconstrucción del puerto.

Como en pocas ocasiones, las y los funcionarios deben tener cuidado con lo que declaran. No se puede hablar de que se puede circular por las calles, porque las evidencias muestran lo contrario.

No tiene sentido también hablar de “suerte” cuando una gran cantidad de personas lamentablemente falleció, por ahora se habla de un poco más de 40, pero por la forma en que pegó Otis y por la gran cantidad de desaparecidos la cifra seguramente crecerá. Tampoco tiene sentido declarar el saqueo que se ha dado, según la presidenta municipal de Acapulco, como parte de la “cohesión social”. En función de lo que está sucediendo es momento para la prudencia y para la información dura.

No cabe crear una narrativa falsa porque va a ser confrontada, debido a que como en pocas ocasiones está a la vista el tamaño de la tragedia. No se puede hablar de control cuando siguen presentándose hechos en algunas zonas del puerto que dejan evidencia de lo contrario.

Entendiendo la difícil situación tenemos que debatir el porqué algunas personas se llevaron un auto, una motocicleta, un refrigerador, una pantalla y hornos de microondas; el saqueo ya no es posible porque vaciaron todo.

Antonio Ramírez, corresponsal de El Heraldo Radio en Acapulco, nos contó lo que ha visto desde el día en que llegó Otis: la Guardia Nacional y el Ejército, nos dice, tardaron en llegar al puerto, lo que provocó que se dieran una gran cantidad de irregularidades que apenas anoche se iban atemperando.

El Gobierno debe construir una narrativa precisa sobre lo que está pasando, lo cual le va a permitir enfrentar la situación como realmente es de la mano de los ciudadanos.

Las muchas preguntas que nos hacemos sobre cómo se enfrentó a Otis deben por ahora postergarse. Lo que hay que hacer es actuar a toda velocidad entendiendo que solamente en esta primera etapa la ayuda debe ser entregada por las Fuerzas Armadas por cuestiones de seguridad. Existe una desesperación colectiva que está llevando a hechos impredecibles con una alta dosis de sobrevivencia.

Dos cosas son vitales. Por un lado, tener el mejor diagnóstico del estado de las cosas, y, por otra, tener una lectura escrupulosa de las redes sociales. Por esta vía se están colando informaciones que están llevando hacia terrenos de una eventual confrontación social; estamos sólo en el inicio.

RESQUICIOS.

Buena parte del encono de las y los acapulqueños con las autoridades pasa por su ausencia y por versiones totalmente distintas de lo que se vive. Siendo que el Presidente se asume como particularmente sensible ante todo tipo de reclamos, sería muy importante que Acapulco lo lleve a cambiar los ejes del presupuesto, sobre todo, en los excesos de las obras emblemáticas.