UNAM
Por Javier Solórzano Zinser
Esta semana es por muchos motivos importante para la UNAM. No se trata sólo de la designación de un rector o rectora, sino que a través de esta elección quien encabece la máxima casa de estudios tendrá que presentar un plan de transformación para la Universidad.
Hay muchas cosas que hacer en la UNAM. Una de las que merecen atención tiene que ver con la administración de la institución. La Universidad a menudo se ve en un laberinto producto de todas las instancias burocráticas que se quieren hacer valer. A esto hay que sumar una revisión de las contrataciones, incluso de la relación con el sindicato.
En la Universidad participan una gran cantidad de maestros de asignatura con sueldos realmente bajos, pero que sin dejar de importarles este tema lo hacen por su voluntad y por buscar de alguna manera apoyar a la UNAM.
Estos días los aspirantes estarán debatiendo a través de los influyentes canales de Radio UNAM y TV UNAM, lo cual debiera ser un muy importante motivo para que la comunidad universitaria conozca a quien pueda dirigir la institución. Como en pocas ocasiones, la participación de los universitarios resulta fundamental para el presente-futuro de la Universidad. Tiene que hacerse valer, porque se puede estar jugando en los tiempos que estamos viviendo el destino de la Universidad.
Las presiones en estos días serán de todo tipo. Habrá que ver si el Gobierno quiere meter la mano, lo cual sería lamentable. El Presidente en varias ocasiones ha criticado a la Universidad sin conocer lo que pasa al interior de ella. Señalarla como “neoliberal”, “conservadora” o cosa parecida es desconocer la cotidianidad universitaria. La UNAM no es sólo el rector. La comunidad construye cotidianamente a la Universidad.
Lo medular se encuentra en lo que pasa en los salones de clase y en la formación cotidiana de los estudiantes. Es aquí en donde también se debe ver lo que pasa con la Universidad. Si bien hay una burocracia que la maneja y dirige, pero son las escuelas y las facultades las que a través de reglamentos internos se manejan con autonomía y en función de los consejos técnicos en los cuales participan los estudiantes.
Sin pasar por alto los muchos problemas y deficiencias que puede tener la Universidad calificarla de la manera en que lo hace el Presidente es una provocación, más que un intento de elevar el nivel del debate sobre el quehacer universitario.
La UNAM es una de las grandes cajas de resonancia del país. Lo es entre otras razones por su intenso proceso de enseñanza-aprendizaje en las aulas. En los salones de clase se establecen interesantes discusiones, las cuales mucho tienen que ver con la forma en que se ve el país y en el cómo buscar transformarlo a través del trabajo académico y la investigación científica, la cual tiene en la Universidad su mayor desarrollo.
La UNAM es uno de los centros más influyentes de la difusión de la cultura y el arte de América Latina. Se define por su pluralidad y su pensamiento crítico, cumple a cabalidad con los objetivos de la educación superior: enseñanza-aprendizaje, desarrollo de la investigación científica y difusión de la cultura.
Sin embargo, es momento de cuestionar muchas de las cosas de la Universidad. El gran problema que tienen muchas instituciones de educación superior se presenta cuando sus egresados se integran al mercado laboral en donde las empresas aseguran que no los encuentran suficientemente preparados. A veces porque quieren trabajadores a modo sin espíritu crítico y otras veces porque, efectivamente, no están del todo preparados.
Esta semana la UNAM tiene que empezar a construir un futuro para su comunidad, para la sociedad con un mundo en transformación.
RESQUICIOS.
La desaparición de 13 de 14 fideicomisos del Poder Judicial va a terminar en una infinidad de amparos. Se ha querido crear la idea de que son para el beneficio de las y los ministros. Una cosa es que lo sean y otra cosa es que se tengan que aplicar para entender de qué se trata.