Dinamitando al Inai
Por Javier Solórzano Zinser
El Inai es una institución que no sólo se aboca a defender la transparencia y la protección de datos personales. Su trabajo es parte también de un proceso que tiene un desarrollo cultural, educativo, formativo y de civilidad como parte de la democracia y la participación.
El Inai es una instancia con muchas vertientes. La que alcanzamos a ver en lo inmediato es la que tiene que ver con las y los ciudadanos que quieren conocer las actividades del gobierno, se trata de saber qué hace, cómo lo hace y con qué lo hace.
Responde al interés individual y colectivo de la ciudadanía. Su existencia es un elemento de referencia para que la sociedad tenga en el instituto la instancia para exigir y tener información sobre las actividades de gobierno.
No basta en una sociedad como la nuestra que el gobierno rinda cuentas, porque hay suficientes elementos para entender que en muchas ocasiones todo esto forma parte de procesos no lo suficientemente claros y sobre todo que terminan en muchos casos acomodados en función de los intereses de quienes informan. Sirve demás para alentar la participación ciudadana y hacerla partícipe de lo que sucede en su entorno lo cual de cualquier manera le afecta.
No es un asunto sólo del país o como se ha querido hacer ver algo como una moda pasajera, o tema de neoliberales o conservadores. Muchas naciones tienen institutos similares porque, vivan o no bajo condiciones como las nuestras, les mueve un afán genuino democrático de pluralidad y participación ciudadana.
Suponer que con nuevos gobiernos las cosas cambian en automático colocando a las sociedades bajo una nueva dimensión es perder de vista que sin importar las condiciones de gobernabilidad desde cualquier ángulo la ciudadanía debe estar por delante para la gobernabilidad, la participación, la transparencia y la rendición de cuentas.
Sociedades como la nuestra requieren de ciudadanos activos que se hagan valer y que tengan instrumentos para conocer la forma y fondo bajo la cual se gobierna.
Todo lo que el Presidente ponderó y refirió en sus tiempos de dirigente político y candidato para lanzar muchas de sus críticas lo hizo con base en información derivada de lo que los ciudadanos querían conocer lo cual era difundido por ley por el Inai, fue pasando a segundo plano desde que inició su administración.
Partió del supuesto de que porque se trataba de él y su gobierno la transparencia, la protección de datos y la rendición de cuentas no requería de instituciones que revisaran lo que su gobierno haría. Partió que no había necesidad de todo esto, porque era la personificación de todo a lo que nos hemos lo referido, a lo que se suma que existen en los aparatos de gobierno una gran cantidad de asuntos, bien podríamos decir que son vericuetos, que rebasan por mucho al propio Presidente. No tiene que ver estrictamente con él sin soslayar que es el Jefe de Estado, tiene que ver con su gobierno y todas las instancias que lo conforman.
López Obrador ha ido dinamitando a los institutos autónomos y a todo aquello que tenga como eje la acción ciudadana. Los considera innecesarios no los considera útiles, le estorban o presume que su gobierno puede cumplir sus funciones.
El INE, como un ejemplo más, no ha dejado de estar en medio de la tormenta y de intentos que tienen que ver con colocar de manera indirecta los procesos electorales a instancias de gobierno lo cual sería un retroceso histórico.
El Presidente ha decidido no nombrar nuevos comisionados de no ser que la oposición acepte su terna. Los quieren por consigna, es otro intento por dinamitar al Inai.
Van a atender la decisión de la SCJN a su manera y con quien quieren.
RESQUICIOS.
Las elecciones en Argentina podrían ser un brutal parteaguas. El deterioro del gobierno y la señora Cristina están llevando, como en otras sociedades, a optar por impresentables que ganan elecciones que llevan a un callejón sin salida; todo indica que para allá van.