Los dilemas de Claudia
Por Javier Solórzano Zinser
A menos de un año de dejar la Presidencia López Obrador tiene la certeza de que están establecidas las bases de su proyecto.
Parte de su certeza de que Claudia Sheinbaum ganará las elecciones. Lo contrario sería que quien resultara ganadora cambiara mucho de lo que ha diseñado, pasando por aquello de la 4T, lo cual pasaría a segundo plano o a la nave del olvido.
Xóchitl ha dicho que en caso de ganar no le echaría la culpa al pasado, sino que mucho de lo que hoy se está haciendo lo retomaría, porque cree en ello y porque seguramente le puede ayudar en su eventual gobernabilidad.
De lo que sí se puede partir es que las condiciones para que la candidata del Presidente gane las elecciones están dadas. Difícilmente López Obrador aceptará una derrota, recordemos, por cierto, que nunca lo ha hecho, y en caso de que las cosas favorezcan a Xóchitl lo que se nos viene son escenarios complejos y de difícil pronóstico.
Una derrota en el 2024 rompería todos los proyectos de López Obrador. Rompería a la llamada 4T y a Morena, y además sería una de las expresiones de un intento fallido; insistimos que vemos como remoto este escenario.
El Presidente no va a dejar en lo que queda de su gestión de seguir apoyando dentro de sus posibilidades, y fuera de ellas, a Claudia Sheinbaum. Llevamos un buen tiempo en terrenos en que se ha ido diluyendo la legalidad y en muchas ocasiones es más el temor de las instituciones electorales por la forma en que el Presidente puede arremeter contra ellas que la importancia del cumplimiento de sus funciones y responsabilidades.
Éste es uno de los retos que vamos a enfrentar. Más allá del apoyo de millones de personas hacia el proyecto del Presidente, lo que está ante nosotros es el riesgo de ir perdiendo la legalidad e ir acomodando las cosas para que el Presidente pueda manejarse como quiera. No hay vez en que se le llame la atención desde el ámbito legal en que busque una salida reinterpretando las leyes o se dedique a lanzar pullas y adjetivos para que quede claro ante su gran público su opinión colocándose en un rol que le ha dado resultado tenga o no la razón, victimizarse.
El Presidente se va a dedicar estos meses básicamente a dos cosas. Va a tratar de meter en el imaginario colectivo la importancia de que Claudia sea la presidenta. Para hacerlo, la va a colocar como una extensión de él sin dejar de considerar que ella “será la continuidad y el cambio”.
Bajo esta circunstancia resulta un enigma lo que pudiera hacer la candidata. Inevitablemente para poder gobernar tendría que hacer cosas que hoy por más que el Presidente las pondere están lejos de cumplir sus objetivos. El tema salud es un pendiente mayúsculo que ha dejado a la sociedad bajo una situación de una adversidad inédita; decíamos hace pocos días que Dinamarca ya no fue.
El otro elemento al que el Presidente se va abocar es el de remarcar al máximo los logros de su gobierno. Tiene lógica, pero el problema es que no necesariamente todo a lo que se refiere funciona sólo porque lo diga, sin dejar de reconocer los elementos positivos que han emanado de sus proyectos.
El Presidente ya está en su ceremonia del adiós. Es un enigma saber qué va a pasar después con él y con su inevitable influencia que ha llegado en muchos casos a los terrenos de la deidad.
Aunque al inquilino de Palacio no le guste lo primero que tendrá que hacer quien gane es crear condiciones de convivencia. Desde las mañaneras todo ha sido belicoso, agresivo e incluso doloso contra quienes no piensan como ysq.
RESQUICIOS.
Acapulco la está pasando muy mal. Nos referimos no sólo a lo que pasa en sus calles, sino también a quienes ofrecen servicios turísticos en la playa. Los traen controlados, los tienen en un chat para el momento en que se les “necesite”, les cobran cuotas y si no cumplen les quitan credenciales y castigan sin poder trabajar en las playas; no es nuevo, más bien es así desde hace tiempo y por lo que nos dicen todo tiende a empeorar.