Por Sandra Luz Tello Velázquez
Las Naciones Unidas establecieron el 21 de septiembre como el Día Internacional de la Paz, con la intención de consolidar una cultura en la que se logre la pacificación de los pueblos, la prevención de conflictos y la erradicación de la violencia. El presente año se determinó que el tema fuera “acciones para la paz”, lo que implica compromiso y responsabilidad individual y colectiva para construir sociedades más pacíficas, justas e inclusivas, libres de miedo y violencia.
El logro de la paz exige una reflexión y acciones profundas que van más allá de la deposición de las armas, se requieren sociedades justas, equitativas, igualitarias que permitan el desarrollo de todas las personas independientemente de razas, credo e identidad de género.
En la actualidad, el logro de un mundo en paz es una utopía frente al panorama actual de guerra, los refugiados, la discriminación e inseguridad cuyas consecuencias son la devastación, pobreza, hambre y desplazamiento de millones de personas de sus hogares.
Mientras tanto en México es preocupante el incremento de la violencia, los fracasos en la política de seguridad y el combate a la delincuencia, la discriminación y la desigualdad, aunado a discursos de odio, lo que se traduce en segregación, y exclusión.
En México la violencia y las conductas delictivas arriesgan la convivencia social, la democracia, la economía, el medio ambiente y el bienestar en toda la República, de igual manera hay un caos climático que parece acabar con el planeta.
Urge una reflexión profunda para enfrentar la realidad violenta, se requiere que los diálogos por la paz incluyan a todos los sectores de la sociedad. Es fundamental trabajar juntos para construir condiciones de vida pacífica en el territorio mexicano. Es tiempo de generar mejores prácticas locales, escuchar a las víctimas, a los indígenas, a los migrantes y tomar como ejemplo a los proyectos públicos que han resultado exitosos en la erradicación de la violencia.
Finalmente, en una fecha como ésta se debe realizar acciones conjuntas, ya que ningún país puede lograr la paz solo. Hacerlo requiere de solidaridad y cooperación iniciando de forma inmediata, ya que la violencia afectará irreversiblemente a la convivencia social, la democracia, la economía, el medio ambiente y el bienestar de todos los seres vivos.