Ni reír ni cantar ni terso
Por Javier Solórzano Zinser
El Presidente y su partido no pudieron evitar las confrontaciones y acusaciones, las cuales pasan por el mismísimo Gobierno de López Obrador.
El coordinador del proceso, Alfonso Durazo, ha minimizado los reclamos, particularmente los de Marcelo Ebrard. Sin embargo, las denuncias deben ser consideradas, porque refieren la participación de una dependencia oficial, la cual estaría apoyando a Claudia Sheinbaum.
Una acusación de este tamaño merecería una respuesta detallada, porque, en caso de ser cierta, podría ser motivo de descalificación del proceso lo que entramparía al partido del Presidente, colocándolo bajo la sospecha de que las cartas están marcadas. El hecho confirmaría, además, la idea de que existía de origen una corcholata favorita y que, por la buena o por la mala, se le quiere hacer candidata.
Pocas candidaturas se han visto tan cantadas como la de Claudia Sheinbaum. El Presidente se ha encargado de ello por más que insista en que no va a meter las manos y que es un proceso que se decide entre la militancia del partido. Lo cierto es que a lo largo de todos estos años ha sido particularmente enfático en reconocer y considerar a la exjefa de Gobierno como para que en Morena y en el entorno quede claro el mensaje.
Las otras corcholatas lo saben. No pueden hablar de ello en voz alta, pero de alguna manera quien ha puesto énfasis en esto ha sido Marcelo Ebrard por lo que ha vivido y por lo que su equipo ha hecho saber en redes y medios.
Lo que se va viendo es que el proceso no fue reír y cantar ni está siendo terso. No se quiso que las corcholatas debatieran, lo cual provocó que en lugar de confrontarse públicamente y cara a cara se mandaron mensajes críticos entre ellos y ella, lo cual pudo haber adquirido una dimensión totalmente diferente si lo hubieran hecho debatiendo más allá de la coincidencia de las corcholatas cada que pueden rendirle pleitesía al Presidente.
Las críticas que le hicieron a la organización del proceso del Frente Amplio por México se les acabaron revirtiendo. No es fácil echar a andar las encuestas y, sobre todo, que los participantes coincidan en las empresas que deben hacerlo. Las encuestas están siendo cada vez más señaladas, porque, por un lado, pueden estar jugando y, por el otro, no necesariamente se alcanza a tener a través de ellas la certeza absoluta, técnicamente incluso no es posible.
Para el Presidente las encuestas son de primera importancia. Así ha resuelto buena parte de los procesos internos, nadie se ha atrevido a cuestionar el desarrollo de estos procesos, pero es claro que algunos se han visto afectados, porque no queda del todo definido quién debe de ser el o la ganadora.
En la derrota algunos toman la decisión de postularse por otro partido, porque no comparten el método de elección y cuestionan las formas en que se hacen las cosas. En Coahuila acabamos de ver una muestra de ello, que al final le vino a costar muy caro a Morena, en la división interna se construyó su derrota.
El comité encargado del proceso alargó un día la aplicación de encuestas a partir de las inconformidades de Ebrard. No queda claro si esto va a ser motivo para que el resultado se dé a conocer el mismo día que originalmente se había planteado que es el miércoles o cambie.
Si nos atenemos a lo que se ve desde hace tiempo el Presidente tiene una definición. Lo que no ha podido controlar es el proceso interno.
Es un enigma la decisión que tome Ebrard. Si nos atenemos a las críticas que ha hecho se ve difícil que lo avale, pero hemos visto en otras ocasiones que opta por ceder.
El proceso no fue ni terso ni para reír y cantar. La clave estará en cómo van a resolver el entuerto.
RESQUICIOS.
Dos asuntos con mensaje tras bambalinas. El Presidente de manera totalmente inusual asistió al último informe de gobierno del priista, o a la mejor ya expriista, Alfredo Del Mazo. Luis Donaldo Colosio dice que no quiere dividir a la oposición y que lo más importante para él son sus hijos.