Se abrió una rendija
Por Javier Solórzano Zinser
Hasta ahora de todo lo que se ha dicho sobre Xóchitl Gálvez no hay evidencia de que en su actuar existan hechos de corrupción probados.
Quienes la señalan tendrían que acudir a la autoridad competente para denunciar lo que presumen son actos de corrupción. Nos estamos llenando de dimes y diretes que buscan desacreditar a la hidalguense, ayer en el Congreso tuvimos una lamentable sesión sobre ello.
Pero como fuere, hasta ahora todo pasa por el terreno de los dichos y como éstos cada vez adquieren mayor relevancia en la narrativa presidencial y en sus seguidores pareciera que Xóchitl Gálvez ya es culpable de una serie de hechos que bien a bien no queda claro de qué se tratan.
Si nos atenemos a la estrategia pareciera que lo que se está buscando es señalar y con ello desacreditar. No importa lo que hay de fondo, porque de lo que se trata es que Xóchitl quede expuesta y sobre todo que quede a la vista de mucha gente aquello de sus orígenes, su indigenismo, la gelatina y los tamales y su pasado reciente.
A la oposición le debe quedar claro que lo que hay es una estrategia que por ahora pasa por Xóchitl, pero que ante cualquier otro candidato que pudiera surgir pasaría por el mismo rasero.
De la noche a la mañana tener contratos que hasta donde se aprecia están sustentados en la ley por 1,400 millones de pesos, resulta un hecho de corrupción. No esperemos, aunque sea necesario, un proceso de autocrítica sobre un tema medular en el proyecto de gobierno del Presidente. No se vislumbran investigaciones respecto a lo que está pasando al interior del Gobierno, asuntos que tienen que ver con funcionarios y con la propia familia.
El problema es que poco o nada importan la verdad y los hechos. Se crea una idea, se fortalece, se expande y cuando se voltea la cara resulta que pudiera ser que amplios sectores de la población terminen por creerla. La responsabilidad de los gobernantes adquiere una dimensión mayúscula, porque son ellos los más cercanos a la ciudadanía y porque particularmente en esta administración el nivel de credibilidad en el Presidente es tan alto que lleva a que en muchas ocasiones se crea que lo que dice no merece cuestionamiento alguno.
Si López Obrador tiene este nivel de credibilidad que todo lo que diga no se cuestiona, más bien se cree y se sigue de manera puntual. Es ahí en donde está la primera responsabilidad, porque en muchas ocasiones se ha hecho referencia a temas en los cuales no hay elementos de prueba o se termina optando por defenderlos con todo o de plano tomar el camino de la expresión particularmente popular de “yo tengo otros datos”.
No se aprecian alternativas. Se nos viene una lucha por el poder que va a colocar a la ciudadanía en medio de dos fuerzas políticas, una de las cuales tiene el poder, y si nos atenemos a las encuestas y perspectivas, la posibilidad real de ganar en 2024.
Lo que ha sucedido es que se abrió una rendija inesperada por donde no solamente se colocó una posible candidata con peso y fuerza, sino que le dio a la oposición elementos para aparecer en escena como no lo había hecho estos años.
La lectura de la elección del 2018 tiene su dosis de cuentas alegres. En Coahuila ganó un proyecto local en medio de un agarrón entre los morenistas, en tanto que en Edomex se fue dejando a la candidata de Va por México aislada.
La rendija que abrió Xóchitl tiene inquieto al Presidente, las reacciones que se han tenido en el Congreso muestran lo que viene.
La correlación de fuerzas políticas mostrará qué tanto se abre la rendija. El Presidente está abriéndola y cerrándola, está en su elemento, y tiene a su alcance poder hacerlo por la buena y la mala.
REQUICIOS.
Existe la percepción de que la alcaldesa de Chilpancingo se va a meter en más problemas de los que ya tiene. La pregunta es si es sólo ella la que ha tenido relación con la delincuencia organizada. Fue un asunto público el cual difícilmente quien debiera saberlo en Guerrero no lo sabía.