Por Raúl Arias Lovillo
El actual gobierno mexicano se ha caracterizado por su ignorancia y desprecio por la educación superior. No solo le ha faltado impulsar proyectos innovadores para apoyar la transformación universitaria del país, sino que ha destruido muchos programas que habían operado bien y con buenos resultados. Se llegó a tener una docena de fondos extraordinarios, sujetos a concurso entre las universidades públicas de los estados, para financiar nueva infraestructura, equipamiento, desarrollo científico, apoyo a programas de pensiones, estímulos al desempeño docente, movilidad académica, entre otros. Todos estos fondos han desaparecido. Pero tal vez el ejemplo extremo de la ignorancia del gobierno actual en educación superior sea el programa de las “universidades del bienestar”. Verdadera calamidad sin pies ni cabeza. Operan estos centros en la improvisación total, con programas educativos sin reconocimiento oficial, sin infraestructura adecuada, etc.
Desafortunadamente existe una ceguera sobre lo que ocurre en el mundo, se ignoran por completo las implicaciones que tiene la era de la digitalización: una nueva etapa de la sociedad del conocimiento y en cuyo centro se encuentran los avances de la inteligencia artificial, uso de macro datos (Big Data) y de técnicas de aprendizaje profundo. Los sorprendentes inventos de los que somos testigos cotidianos nos obligan a pensar en que efectivamente hemos entrado en una nueva era de la humanidad: por primera vez en la historia nuestras habilidades cognitivas están siendo superadas por máquinas y robots “inteligentes”, es decir, una revolución en la génesis del mismo conocimiento.
Si se entendiera un poco la complejidad de esta realidad digitalizada que vivimos, seguramente se encontrarían los caminos para enfrentar el enorme reto de la obligatoriedad que se establece en la nueva Ley de Educación Superior. Concretamente: 1. Entender que el acceso a la educación superior se ha ampliado de manera importante, posibilitando una creciente diversidad y multiplicidad de formaciones para un mayor número de jóvenes y adultos. La producción de materiales didácticos digitales e hipertextuales, basados en la combinación de medios y de carácter interactivo, permiten compartir contenidos ya que en muchos casos se encuentran disponibles en repositorios de recursos educativos abiertos; 2. Comprender que hoy existe un conjunto muy diversificado de herramientas de apoyo para el aprendizaje personalizado de los estudiantes, tanto en modalidad presencial como virtual. El apoyo de bibliotecas virtuales, tutorías presenciales o en línea, videoconferencias, foros virtuales, chats, permite que cada estudiante encuentre la combinación de medios y recursos para su estilo de aprendizaje y necesidades prácticas; 3. Considerar los beneficios que otorga la digitalización para acceder a las colaboraciones entre docentes de diversas instituciones, gracias a la formación de redes de especialistas. Así pues, con sistemas de aprendizaje híbridos se podría enfrentar el difícil reto de la obligatoriedad de la educación superior.
Por otra parte, en un terreno más estratégico, el gobierno mexicano debería de aprovechar las oportunidades para apoyar los cambios disruptivos que urgen en las universidades. Hablamos de modificar sustancialmente la estructura y funcionamiento de la universidad tradicional, transformar los mecanismos actuales de gestión del conocimiento, los programas y aprendizajes que ofrece, aprovechar los avances de la globalización del conocimiento, consolidar sistemas de aprendizaje para toda la vida tanto para jóvenes como para adultos.
Las universidades deberían de entender que son las organizaciones fundamentales para liderar los procesos de transición digital de nuestra sociedad. La acumulación de macro datos y su mayor capacidad de procesamiento inteligente, facilitan el desarrollo de nuevos productos de inteligencia artificial, que son fundamentales para integrar a la sociedad en un proceso de innovación y digitalización crecientes. Para esto, con fondos públicos suficientes, se debe fomentar en las universidades la creación de centros de investigación especializados que permitan ofrecer formación y capacitación en el uso de herramientas digitales a todos los sectores de la sociedad para que enfrenten con éxito los retos de un mundo cada vez mas automatizado.
La inteligencia artificial y el Big Data están transformando nuestra existencia de un modo tal que aún no alcanzamos a comprender en todos sus impactos. Las universidades deben ser las aliadas naturales para enfrentar los retos de esta transformación radical económica, social, política, cultural y cognitiva. Por ejemplo, el conocimiento digital desarrollado por las universidades puede ser una herramienta para alcanzar los objetivos de la Agenda 2030 en México. Por supuesto esto no tiene nada que ver con una universidad neoliberal, sino una universidad comprometida con soluciones innovadoras en materia de seguridad, ecología, alimentación, urbanismo, etc, impulsando la creación de empresas innovadoras, mejorando el nivel de vida y el bienestar social.