Quebradero

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Tamales

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

No está claro por ahora hasta dónde podría llegar Xóchitl Gálvez en términos nacionales.

Tiene atributos como para que se le pueda identificar y se le tenga empatía. En caso de ser candidata tendrá que recorrer el país para que sepan quién es y la sociedad la ubique ante la presencia abrumadora de las corcholatas.

Una de las ventajas que puede tener es que los destapados están atenidos a lo que el mandatario vaya determinando, por más que diga y digan que no se va a meter. Habría que ver qué reacción pudiera tener López Obrador ante la eventualidad de que quedara como candidato por Morena una corcholata, con la cual no tenga suficiente empatía y confianza para que continúe con su desigual proyecto. Nos referimos en particular a Marcelo Ebrard que hace todo lo posible por caerle bien al Presidente, pero en ocasiones sus argumentaciones son diferentes a lo que piensa el tabasqueño.

Al Presidente le ha caído Xóchitl Gálvez como factor inesperado. En los últimos días se ha dedicado a hablar de ella en tonos que le pueden resultar contraproducentes. Por más que le festejen algunas gracejadas sobre la bicicleta y los tamales, da la impresión que no necesariamente resulta simpático para los ciudadanos, con todo y la maquinaria que han echado a andar sus caricaturistas y seguidores.

Quizá por ahora no trascienda, pero podría convertirse en una más de las frases del tabasqueño que repercuten en el imaginario colectivo de manera crítica.

Algo podrían estar percibiendo en Palacio Nacional. No puede ser casual que el Presidente se haya empeñado estos días en colocar a Xóchitl en el centro de todo tipo de comentarios buscando desacreditarla.

Es claro que Xóchitl no estaba en la lista que el Presidente tenía y tampoco era la candidata que imaginaba hace algunos días del Frente Amplio; “en dos días les digo quién va a ser el candidato” se convirtió en una semana, insistimos los escenarios cambiaron.

En la mínima autocrítica López Obrador debiera saber que por ahora no ha logrado su presunto objetivo, en caso de que lo sea, de desacreditar evidenciar a Xóchitl, más bien de alguna singular y contradictoria manera todo lo que está sucediendo pudiera estar favoreciendo a la hidalguense, incluso en la decisión que pueden tomar los integrantes del Frente Amplio en las consultas que están por hacer en los próximos días para decidir quién sería su candidato.

Xóchitl Gálvez no pareciera tener flancos débiles, esos que para López Obrador son de enorme importancia. No pasa por ella la corrupción, no pasa por ella el estigma del origen de clase, no es en sentido estricto militante del partido político, y en lo general, tiende a caer bien más allá de que se esté de acuerdo con ella o no.

Muchas de las críticas del Presidente a la hidalguense pasan más por posiciones políticas que porque sean hechos comprobables. Sorprende, porque para López Obrador mucho de lo que significa Xóchitl Gálvez tiene que ver con él. Relacionarla con personajes del pasado tiene que ver con la lógica de la gobernabilidad que le tocó vivir, no olvidemos que Xóchitl formó parte del gabinete de Vicente Fox debido a que fue electa a través de una selección de cuadros a la que convocó el entonces presidente electo.

La referencia a que nunca ha estado en las zonas más pobres de México está fuera de lugar, porque el origen de Xóchitl es precisamente de una de las zonas que en su momento fue de las más pobres y abandonadas, nos referimos al Mezquital.

La hidalguense está lejos de tener una presencia nacional. Pero su perfil, los comentarios presidenciales y en muchas ocasiones su desparpajo pueden ser un elemento en verdad confrontativo a cualquiera de las corcholatas, las cuales andan en campaña sin emocionar.

RESQUICIOS.

Porfirio Muñoz Ledo es un personaje clave en la democratización del país. Mucho le debe este gobierno a un hombre con sentido del humor, de ideas progresistas, culto y extraordinario orador; ya se le extraña.