Por Pedro Gabriel Vázquez Espinosa
En la vida hay males y sufrimientos que nos autoimponemos al dar más importancia a proyecciones mentales que se convierten en etiquetas sobre cosas y/o personas.
El mundo en el que vivimos está inundado de fundamentalismos religiosos, políticos, culturales y de raza, que trascienden generaciones causando destrucción y muerte.
En México, pasamos de los colores al uso de “términos” como fifi y chairo, bajo una política “identitaria” y etiqueta que nos impide avanzar juntos. Su errónea aceptación es discriminatoria en el debate general, incluyendo la convivencia familiar, laboral, amistades, vecinos y social.
Su práctica es más dañina cuando se mezcla con la frustración reprimida por diversas causas, individuales o de grupo, y especialmente cuando ejercemos nuestra libertad de expresión.
Debemos observar que, al hacerlo de manera consciente o inconsciente, reforzamos emociones de conflicto e ira que se pueden considerar racistas, por tener una ideología política o externar una simple opinión, convirtiéndonos en víctimas y victimarios.
El uso cotidiano de “fifí” y “chairo” es peligroso porque, en conjunto, posicionamos un modelo mental donde clasificamos y separamos, sin mayor análisis, lo bueno o lo malo, el conocimiento o la ignorancia; incluso desconfiando de aquellas personas que no piensan como nosotros.
Usar estos “términos” como ideología identitaria política genera separatismo y obstáculos que nos impiden conectar con todos los grupos sociales, sin prejuicios; olvidándonos por completo que la ideología no divide, es algo enriquecedor.
Y lo peor, con decisiones políticas basadas sólo en ideología, nuestro país continúa abonando en caminos y opciones diferentes para distintas personas, perdiendo el tiempo en construir una sociedad unida y fuerte que logre avanzar, sacando provecho a su diversidad.
Todos tenemos puntos de vista, intereses y emociones particulares, pero esto no debe ser causa de crueldad para clasificar, reprimir, acusar y lastimar, lo cual nos hace irresponsables y perdedores.
Hoy hemos llevado estas palabras a la mesa de la convivencia familiar, a las reuniones de amigos, a las oficinas y fábricas, a las redes sociales, a los chats; ya no defendemos ideas con respeto y tolerancia, la “salida” es fácil y muy tonta, eres “fifí” o “chairo”, estás conmigo o en mi contra.
México tiene un reto enorme para recomponer su tejido social que sobrevive entre indicadores inaceptables de carencias sociales, desigualdad y discriminación, alimentando la polarización.
La política tiene que ver con nuestras vidas juntos, en comunidad y en sociedad, aprendiendo a convivir y diferir con bondad y amabilidad. Así, todos somos responsables y ganadores.
Trabajemos por unir a México desde la política, los gobiernos, las familias y las personas que construyen en el conjunto; puesto que, aún con necesidades resueltas y no resueltas y con opiniones diversas y contrarias, todos queremos lo mejor para nuestro país.
No usemos “términos” creados para dividirnos. Construyamos una etiqueta para ayudar a México y avanzar juntos.