Por Sandra Luz Tello Velázquez
El enamoramiento y el amor son temas recurrentes en canciones, poemas, cuentos, novelas y obras de teatro cuyo límite casi imperceptible puede llevar a quien lo siente de un estado de ensoñación solaz al prolongado purgatorio de penas, aun cuando este proceso psicológico complejo ha sido estudiado por la ciencia es la literatura quien mejor revela, profundiza, expresa y discurre acerca de ese sentimiento incomprensible que parece mover al mundo.
Hay obras con historias que semejan confesiones producto de la limerencia, que retratan cambios y reacciones patentes de distinta índole, como la focalización de la atención en la persona amada que parece acabar con todo lo que le rodea, tal como lo dice Gabriel García Márquez en “El Amor en los tiempos del Cólera”: «esa mirada casual fue el origen de un cataclismo de amor».
Por otra parte, en la literatura los amores platónicos se aproximan a la realidad y se justifican en el simple disfrute de embelesarse en el amado, ya sea en la distancia o contemplando al durmiente como lo expresa con serenidad desgarrada Gerardo Diego en su poema Insomne.
Aunque el enamoramiento y el amor sean sentimientos distintos, suelen fundirse en la literatura por la fuerza de la pasión, para muchos escritores enamorarse se conjuga siempre en presente ante los cambiantes escenarios de la soledad, la muerte, el abandono, el desamor o el desdén, pues desde Romeo y Julieta hasta Horacio Oliveira y La Maga (Rayuela), solo basta con cerrar los ojos para deshacerlo todo, con besar para recomenzar, entregarse por completo hasta el suicidio o la separación.
Ya lo decía Ortega y Gasset: «El amor-pasión es una suerte de estrechez de la atención que da al que la padece un aire especial de embobado y sonámbulo». La vivencia del amor es delirio, sorprende y crea percepciones diferentes, una nueva visión del mundo y de los otros.
Es así como el amor lleva a la pretensión de querer darlo todo, aunque no alcance, se opone al temor de donarse por completo, porque cambia la relación del tiempo que transcurre rápidamente durante los encuentros y se vuelve interminable durante la ausencia, citando a Borges: «Estar o no estar contigo es la medida de mi tiempo».
Finalmente, en la literatura el amor puede ser la exageración consciente de las propias posibilidades, una mentira autoimpuesta para permitirse enfrentar al ser amado con una actitud invencible, la palabrería que trastorna, el lenguaje que encanta y embelesa como gesto y actitud. La literatura del amor es espejo de la vida misma que reverbera y palpita.