Quebradero

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De memoria. Mijaíl Gorbachov

Por Javier Solórzano Zinser

A mediados de 1987 la Embajada de la URSS, hoy Rusia, nos invitó a hacer una visita al país en medio de lo que era ya una profunda crisis económica, político y social.

Leonardo Curzio, padre, Guillermo Montemayor y el responsable del QUEBRADERO, los tres trabajamos en Imevisión, hoy TV Azteca, estuvimos en diferentes ciudades de la Unión Soviética a lo largo de tres semanas.

Fue una aleccionadora experiencia que permitió ver cómo el país reconocido como potencia del mundo estaba entrando en una crisis de la cual no iba a salir en el corto y mediano plazo. La vida cotidiana de los soviéticos se convirtió en una larga pesadilla en medio de la impotencia del gobierno para revertir las décadas de un desarrollo desigual, inoperante y oscuro en que se concentraba el poder en pocas manos en medio del autoritarismo y altas dosis de terror.

Mijaíl Gorbachov logró consensos en el Partido Comunista, lo que le permitió llegar a la presidencia. Lo primero que hizo fue establecer dos grandes proyectos como ejes para la transformación: la Perestroika, con lo que se intentaba una apertura de la economía, la cual estaba basada en la intervención estatal, y la Glásnost, que intentaba impulsar la transparencia y la burocracia soviética que era uno de los grandes males del país.

Ambos proyectos vinieron a detonar la reacción de la sociedad, porque cuando se abrió la URSS salieron a flote todos los problemas que durante años habían sido sometidos y ocultados por los gobernantes. De la noche a la mañana aparecieron críticas ciudadanas, las cuales dejaron a Gorbachov a la intemperie y sin capacidad de reacción.

El presidente abrió una puerta que ya no podía estar cerrada, lo que provocó que inevitablemente se agudizaran todos los problemas que terminaron con la caída del presidente, en su lugar apareció un personaje de transición con tintes de impresentable, Boris Yeltsin.

Todo era difícil en la URSS. La burocracia estaba tan enquistada que un memorándum urgente podía tardar en llegar a su destinatario en el mismo edificio cerca de 15 días, como nos comentó el titular de Economía, Abel Aganbegian.

La gran potencia venía cayendo al igual que el bloque del este europeo. Cuando el muro de Berlín fue derribado el mundo entró en un nuevo proceso de organización geopolítica.

Los estados que conformaban la URSS que habían sido anexados a finales del siglo XIX, principios del XX y al finalizar la Segunda Guerra Mundial volvieron a ser naciones independientes, en algunos casos en medio de confrontaciones violentas como en Georgia, la secuela llega a nuestros días con la invasión a Ucrania.

A finales de los 80 todo era complicado para los ciudadanos soviéticos. Tenían que hacer largas filas para conseguir comida, el brutal invierno les llegaba  con pocas defensas, los centros comerciales tenían anaqueles materialmente vacíos, e iba creciendo una inconformidad inquietante en las calles; las cosas llegaban a tal grado que los hoteles ofrecían una sola comida al día.

Muchos soviéticos veían al presidente más con ánimos de cambiar la imagen de la URSS ante el mundo que alcanzar un cambio al interior del país, el cual se veía y era definitivamente a contracorriente.

Este proceso terminó por ser uno de los grandes detonadores de la caída del muro. La URSS dejó de ser el bastión del comunismo dejando muchos huérfanos de camino.

Fue un viaje aleccionador. La historia, la cultura, la música, la gente, las bellas artes, la literatura es lo que ha hecho que el país vaya superando sus difíciles días del régimen comunista, el cual estuvo muy cargado de sombras y pocas luces.

Gorbachov trató de levantar la casa cuando ya se estaba cayendo, no había manera de frenar la caída.

RESQUICIOS

La sistemática crítica del Presidente al aparato de justicia no solamente pega en la independencia judicial, también se vuelve intimidatoria colocando particularmente a los jueces expuestos sin importar el caso que tengan en sus manos.