Por Ruby Soriano
Ahora que la presidenta municipal de Atlixco, Ariadna Ayala anda muy “oronda” difundiendo su feria del pulque y del mezcal, habría de incluir en su municipio la “Ruta del Fentanilo”.
El reportaje del periodista Humberto Padgett difundido en el noticiario de Ciro Gómez Leyva sobre las condiciones en que varios adictos consumen el fentanilo en las ruinas del ex convento La Merced, mostró el rostro más oscuro de la que por mucho tiempo hemos llamado “La ciudad de las flores”.
La administración de la alcaldesa morenista ha sido un soberano desastre para uno de los municipios más importantes de la entidad.
La violencia, los feminicidios y las desapariciones forzadas marcan un trienio plagado de irregularidades y de presuntos negocios a sueldo, donde se involucran intereses de la región.
En Atlixco se sabe que la morenista se ha hecho a un lado para dejar pasar y hacer de las suyas a la delincuencia organizada, que como en caballo de hacienda, avanza y afianza sus negocios en la región.
Ariadna Ayala ha tenido el agudo sensor para rodearse de verdaderos hampones del sector privado, quienes han visto la oportunidad de hacer negocios al amparo de un gobierno municipal vulnerado por la inseguridad.
Sin gran poder de maniobra, la Presidenta Municipal de Atlixco ignora de manera intencional, las voces críticas que la señalan como elemento ineficiente para encarar el repunte de la violencia en su municipio.
Hace años Atlixco fue una región donde proliferaron las maquiladoras y se multiplicaban los pequeños talleres clandestinos de costura.
Hoy en Atlxco proliferan los talleres pero no costura, sino de fentanilo.
El narcomenudeo es otra actividad que usa los disfraces más productivos de la región como bares y restaurantes.
Ayala es ya una de las peores presidentas municipales que ha gobernado esa ciudad.
Rodeada de agoreros del poder, la morenista sigue replegada frente a las bandas criminales que hoy han hecho de Atlixco un notable epicentro para los consumos de opiáceos, donde el fentanilo resalta como la droga letal que avanza sin tregua entre la población menor a los 30 años.
El rostro de Atlixco se desdibuja frente a una abierta y franca presencia de grupos que comercializan estupefacientes y hacen de esta industria delincuencial una forma de transformar la vida de ciudades enteras como ocurrió en las zonas fronterizas, con la diferencia que en esta ocasión, la tenemos a unos pasos de la capital poblana.
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